Siguiendo la Ley de Murphy podemos decir que cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Pues bien, los acontecimientos vividos en los últimos 15 días en política no hacen más que corroborar este enunciado. No teníamos bastante con un país sumido en una crisis sanitaria, económica y social como para que ahora nuestros políticos se pongan a hacer matemáticas vía mociones de censura o elecciones para perpetuar su silla.
Cuando más necesitamos la unión de todos, cuando se podría demostrar que la política es útil, cuando algunos nos podrían dejar claro que para ellos las personas están primero que las siglas y las sillas, las altas esferas políticas de nuestro país prefieren enzarzarse en una situación cuyo resultado no hará más que aumentar la desazón y hartazgo de gran parte de nuestra sociedad respecto a la política.
Hace unos años yo, y muchos como yo, entramos en política pensando que los nuevos partidos del tablero político habían venido para cambiar las cosas pero pronto nos dimos cuenta que no era así, nos encontrábamos los mismos perros con distintos collares, haciendo bueno el refrán "Más vale malo conocido que bueno por conocer". Hoy en día y viendo los acontecimientos, independientemente de sentirme defraudado, sigo pensando que necesitamos gente nueva en política que no nos haga sonrojar la cara con sus actos y consiga hacernos sentir orgullosos de tenerlos como nuestros representantes.
En estos momentos en los que la política y los políticos con sus actos han caído tan bajo, es el momento de no pensar en izquierda o derecha, comunismo o capitalismo, autoritarismo o liberalismo, viejos o nuevos… simplemente es el momento de creer, confiar y buscar a otros que sin pensar si es mejor para ellos o no, den lo mejor de sí para hacer una sociedad mejor.