El artÃculo 2 de la Constitución de 1978, dentro de la igualdad, hace referencia a nacionalidades y regiones.
Para dar explicación a esta diferenciación, hay que retroceder más de cuatro décadas y situarnos en la España de la transición polÃtica. Asà comprenderemos que fue una forma de tender un puente constitucional con el pasado, reconociendo la vertebración territorial en los términos utilizados en los Estatutos de Cataluña, PaÃs Vasco y Galicia durante la Segunda República.
La controversia polÃtica siempre ha estado servida por su utilización diferencial, que hace una parte sobre el todo.
España es un paÃs descentralizado como pocos, algo que aprovechan algunos partidos polÃticos para potenciar las diferencias de su parte.Esas polÃticas han calado en muchos, que sólo ven su propio ombligo y ya dejan de ver el que es de todos.
La cesión polÃtica de décadas del bipartidismo al nacionalismo, que era y es independentista, nos está llevando a la aceptación generalizada de terminologÃas que solo pretenden ser los pilares que cimentan la diferenciación territorial.
Han transcurrido más de cuatro décadas y ese artÃculo 2 de la Constitución que diferenciaba entre regiones y nacionalidades es, ahora, extemporáneo y es utilizado como argumento diferenciador por los rupturistas, a los que se les sigue el juego, utilizando con frivolidad la expresión nacionalidad, que pertenece sólo al todo, a España, y no a una parte.
Para evitar la utilización impropia y sesgada de dicho artÃculo, Ciudadanos ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) en las Cortes Generales. El partido liberal pretende acomodar el artÃculo constitucional a los tiempos actuales y blindar la igualdad entre los españoles y sus territorios.
La redacción que se propone es la siguiente: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, nación de ciudadanos libres e iguales, patria común e indivisible de todos los españoles, integrada por 17 Comunidades Autónomas y dos ciudades autónomas, y garantiza la solidaridad entre todas ellas".
Presagio que el debate en las Cortes nos sonrojará al ver, una vez más, el debilitamiento progresivo del Estado por las cesiones del Gobierno socialista, los paños calientes de unos y otros y la deriva rupturista y sus desvarÃos. Viviremos la vergonzante polarización y el frentismo desbocado y, también cómo, con mayor o menor virulencia, arremeten con saña unos y otros contra los liberales por su propuesta de unidad e igualdad.
Pero la foto quedará hecha y todos, retratados. Eso sÃ, los voceros, tanto de un lado como los del otro, se encargarán de distorsionar la imagen. Será una muestra más de la falta de voluntad, mesura y raciocinio que nos está llevando a un callejón sin salida.