¡Por fin pasó el dÃa de San José de 2020! Ha costado un año y medio, pero el mundo fallero pudo cerrar su ciclo la pasada semana con la cremà de las fallas que tenÃan que haberse celebrado hace ya quince meses. Por si algo faltaba, las condiciones climatológicas no acompañaron, sometiendo a los falleros a un castigo que, desde luego, no merecÃan tras tanto tiempo de espera.
Siguiendo el simil, todos podemos decir que se nos ha robado este año y medio de nuestra vida. El Coronavirus vino para hacernos perder un tiempo que jamás podremos recuperar. Ni qué decir tiene que el mayor de los costes lo suponen las vidas que este maldito virus se ha llevado, pero hay un daño colectivo que padece, y padecerá durante años, toda la sociedad.
Necesitamos cerrar ya este ciclo. El proceso de vacunación, próximo ya a alcanzar parámetros muy elevados, ha supuesto un punto de inflexión en una constante pérdida de autogestión de cada uno. Los confinamientos, toques de queda, limitación de horarios comerciales y demás, demostraron no ser la solución que se precisaba, por mucho que fuesen medidas que, con división de opiniones, pudiesen ser necesarias en algún momento.
Al final, la solución tenÃa que llegar por el lado de la investigación sanitaria y los progresos que, por lentos que nos hayan parecido, se han podido llevar a cabo en tiempo record. Esto debe hacernos pensar un poco más en la importancia de fomentar la investigación y la formación, en lo que supone crear una sociedad capaz de responder a retos que jamás habÃamos imaginado que pudiésemos tener que afrontar.
Igual que las fallas han podido cerrar un ciclo que parecÃa interminable, debemos hacerlo también en el resto de sectores: los espectáculos, el deporte, los bous al carrer, la educación y el mundo laboral debe ir recuperando una normalidad, llámese nueva o simplemente normalidad, que precisamos para una vida como siempre la habÃamos entendido.
El mundo, difÃcilmente, volverá a ser el mismo después de la aparición del Coronavirus, pero, si nos paramos a pensar, el mundo nunca fue el mismo por mucho que nos diese la sensación de que nada cambiaba. Solo hace falta pensar, con un poco de perspectiva, cómo era nuestra vida hace diez años y cómo ha cambiado hasta ahora.
Necesitamos cerrar ciclos y el mundo fallero ha dado una lección de saberlo hacer pese a las circunstancias adversas a que se ha tenido que enfrentar hasta el último momento. Extrapolemos el ejemplo y sepamos hacerlo. Seguro que nos va a todos mucho mejor.