Eduardo del Pozo. EPDASegún el Diccionario de la Real Academia Española, sectarismo es "fanatismo e intransigencia en la defensa de una idea o una ideologÃa". Como estamos hablando del "Botà nic" o pacto de gobierno de la Generalitat Valenciana del PSOE, CompromÃs y Podemos, vamos a analizar uno de los muchos casos que vemos a diario en Les Corts valencianas y asà dilucidaremos si son sectarios o no.
En el pleno que tuvimos el pasado 25 de noviembre, uno de sus puntos era el debate y votación del Proyecto de Ley de la Generalitat de la información Geográfica y del Instituto Cartográfico Valenciano. Después de un largo proceso de elaboración legislativa, tocaba debatir y votar sobre las enmiendas o modificaciones parciales que habÃa presentado la oposición y, después, sobre el mismo texto legislativo resultante de la incorporación o no de dichas enmiendas.
En concreto se presentaron 43 enmiendas por la oposición: PP, Ciudadanos y VOX. ¿Cuántas creen ustedes que aprobó el Botà nic? Cero, de las 43 enmiendas no aprobaron ninguna. El tripartito, como ya es costumbre, volvió a pasar el rodillo sobre las propuestas de la oposición a quienes, la mayorÃa de las veces, no nos permiten sumar en la polÃtica valenciana.
El Botà nic dijo no a todas las propuestas de Ciudadanos. Entre ellas, dijo no a nuestra propuesta para una mayor protección de los derechos humanos, del derecho a la privacidad, del derecho a la propiedad individual, asà como a una mayor protección que garantice la no discriminación.
Su negacionismo no termina ahÃ, también dijeron no a que se proporcione una mayor seguridad jurÃdica ante posibles expropiaciones que pueda realizar el Instituto Cartográfico Valenciano. Propuesta que no era solo de Ciudadanos, sino también del Comité Económico y Social de la Comunidad Valenciana.
También dijeron no a nuestra propuesta para regenerar la vida polÃtica y que está en el ADN de Ciudadanos y que consistÃa en la elección de los miembros del Consejo de Dirección del Instituto Cartográfico Valenciano para que se hiciera de manera transparente y democrática. Con su negativa, el Botà nic confirmó que quieren seguir enchufando a dedo a sus amiguetes en el Consejo de Dirección, en lugar de que sean Les Corts quienes elijan a las personas que destaquen por sus méritos y capacidad.
La guinda impositiva llegó negando nuestra proposición de doble denominación castellano-valenciano al Instituto Cartográfico Valenciano. Imponiendo a los ciudadanos la lengua que tienen que utilizar para nombrar al organismo público competente en cartografÃa.
Nosotros defendemos la libre elección del ciudadano sobre la lengua y de la doble denominación en castellano y valenciano. Queremos igualdad, tanto para una como para la otra, porque ambas son nuestras y las lenguas son para entendernos, no para diferenciarnos. Criterio que no siguen los partidos del Gobierno valenciano, quienes, después de la aprobación de la Ley Celaá, han dejado claro hacia qué lengua se inclinan y a cuál quieren discriminar.
De este modo, ¿cuando un municipio tenga la doble denominación en castellano y valenciano, cuál elegirán? La respuesta pueden darla ustedes mismos.
El trabajo polÃtico que desarrollamos desde la oposición es muy duro porque continuamente nos vemos abocados a chocar contra un muro que no permite sumar, que no ve más allá de su ombligo y que está solo por la parte y nada por el todo. Esta es la actitud del Gobierno valenciano, que puede hacer caer en el desánimo, pero en Ciudadanos no lo haremos, somos un partido liberal y de centro, que nació para regenerar la polÃtica española y acabar con los rodillos de la intransigencia y la división social. Seguiremos tendiendo puentes de diálogo en busca de acuerdos, para acabar con sectarismos ideológicos intransigentes e impositivos que restan y diferencian a la ciudadanÃa.
Por eso de mi pregunta, ¿hasta dónde llega el sectarismo del Botà nic? Pues, tristemente, por todo lo expuesto, hasta en la tramitación de una Ley totalmente técnica como es la del Instituto Cartográfico Valenciano.
