En Valencia ciudad (España),
contamos con una Virgen Patrona de la misma Nuestra Señora de los Desamparados
y, de un Santo Patrón encarnado en la figura de San Vicente Mártir (¿?- c. 304),
también conocido como San Vicente de Huesca, por haber nacido en esta bella
ciudad de la Comunidad Autónoma de Aragón, heredera del Reino de Aragón, aunque
su fallecimiento se produjo en Valencia como ahora veremos. Y sobre este último
santo patrón y de su capilla-prisión trata este artículo.
San Vicente Mártir fue un
diácono que, según nos cuenta la tradición, fue acusado de predicar la fe cristiana
a causa de la tartamudez que padecía Valero (s. III-315), el obispo de Huesca,
posteriormente conocido como San Valero.
Ahora bien, en 303 los
emperadores Diocleciano (244-311) y Maximiano (250-310) decretaron una
persecución hacia los cristianos que se convirtió en muy sangrienta. Y, con esta
directriz, el prefecto Publio Daciano (s.III – s. IV) prendió y llevó hasta
Valencia a San Valero, llamado «el Confesor» porque confesó su fe cristiana sin
padecer martirio, siendo tan sólo condenado al destierro; y a San Vicente,
llamado «Mártir» porque sufrió unos crueles martirios, siendo colocado en una
cruz en forma de aspa, en una catasta y, además fue azotado, le rompieron los
huesos y le abrieron las carnes con garfios, para, finalmente ser desollado y
quemado en una parrilla.
Cuenta una leyenda que San
Vicente Mártir antes de morir, convirtió al cristianismo a su verdugo.
En Valencia San Vicente Mártir
estuvo en una prisión que hoy se encuentra en una calle muy angosta y relativamente
corta cercana a la emblemática Plaza de la Reina, llamada Calle de la Prisión de
San Vicente, encontrándose la prisión en el número dos, pero hay que estar muy
atento cuando se pasa por esa calle para saber que en ella se encuentra la
citada prisión, a pesar de que a la parte derecha de la puerta de entrada se
encuentre impreso en seis azulejos la leyenda:
«Capella-Presó de San Vicent
Màrtir Patró de la ciutat de Valéncia»
(«Capilla-Prisión de San Vicente
Mártir Patrón de la ciudad de Valencia»)
Pues la verdad es que la puerta
de acceso a la capilla-prisión es una simple portada adintelada con dos
pilastras de ladrillo que luce su madera bastante raída y en muy mal estado,
soportando la misma algunos grafitis de los que no conocen la historia de
Valencia o les importa bien poco la misma.
Actualmente el interior de esta
capilla-prisión es rectangular y de dimensiones bastantes reducidas, pues según
el Marqués de Cruïlles (entiendo que el I Marqués de Cruïlles Joaquín Juan de
Montserrat y Cruilles (1700-1771), las dimensiones de la estancia de forma
rectangular son de 7,30 metros de largo por 4,60 metros de ancho por 3,80
metros de alto, estando dividida la habitación en dos partes desiguales
separadas por un arco fajón rebajado.
En la parte opuesta de por donde
se entra, es decir, en el muro testero, a la izquierda, encontramos un altar y
en la parte derecha una columna con capitel de estilo románico que es donde la
tradición nos asegura que fue atado San Vicente para ser martirizado y, cercana
a esta columna hay una lápida con la siguiente inscripción:
«Atado a la columna que se ve
venera en este lugar, según
la tradición, fue azotado
por orden de Daciano, nuestro
Patrono San Vicente Mártir.
Excelentísimo Ayuntamiento de
Valencia MCMLIII»
El día de San Vicente es
habitual que esté expuesta para al público en general la «cadena con argolla»
que la tradición nos dice que fue con la que fue sujetado el santo a la columna
mientras estuvo en la prisión. Mas, el resto de los días, esta «cadena con
argolla» es custodiada por la Comunidad de Religiosas de San José y Santa
Tecla, pues su convento, hasta 1868 que fue demolido, se encontraba en este
lugar.
Aunque, como nota discordante,
el historiador José Sanchis Sivera (1867-1937) opina que no hay ningún
fundamento histórico que asegure que San Vicente fue atado y azotado en esa
columna. Pero eso no hace que los fieles dejen de creer en la veracidad de lo
que nos cuenta la tradición histórica.
Junto a la portada de entrada, pero
ya en el interior, hay unos azulejos con la siguiente inscripción:
«En el año 1810, en el día 17
del mes de julio, acabado de celebrar misa, se cayó la bóveda de esta ermita y
se renovó en dicho año por cuenta de la muy ilustre ciudad».
llegamos a 1685, año en que el
lugar donde se encontraba la simbólica reliquia de la columna donde fue azotado
el santo mártir fue alquilado, y esto condujo a que la columna se pudiera
venerar de manera pública. En 1686 el edificio completo, conocido en ese
momento como la «Casa del Pilar de San Vicent Martyr», pertenecía a doña Ana de
Boil y de Mercader, pero el Consell de la ciudad de Valencia, estimó que no era
una manera procedente de venerar tan alta y singular reliquia y, decidió
adquirir el edificio. Así, una vez adquirido el inmueble, encargó al «obrer de
vila» («Maestro de obras») Antonio Izquierdo, la realización de una capilla en
consonancia con la reliquia que debía custodiar, de esta manera, en 1744 el
lugar con su reliquia se convirtió en oratorio o capilla, marcando las pautas y
directrices aproximadas de cómo podemos verlo en la actualidad.
En el centro del primer cuerpo
de la capilla-prisión hay un pozo con un brocal octogonal y un diámetro
circular interior de 40 centímetros, el cual fue descubierto por casualidad el
22 de enero de 1777, desde entonces, aunque se desconoce fehacientemente la fecha
de nacimiento o muerte de San Vicente Mártir, se ha tomado el 22 de enero como
fecha de celebración de la festividad de San Vicente Mártir, y desde entonces nació
espontáneamente la tradición de beber agua de ese pozo ese día.
El paso del tiempo hizo necesaria
en 1851 una restauración, así el edificio y la capilla-prisión fueron
reconstruidos en 1851 por el arquitecto Timoteo Calvo, el cual le dio definitivamente
el aspecto que ha llegado hasta nuestros días, siendo bendecido de nuevo el
lugar en 1852. Mas, todo lo que es el interior con su decoración paleocristiana
la realizó el arquitecto municipal Emilio Rieta López en 1992. De esta manera,
como ocurre con muchos enclaves histórico-culturales-religiosos, son pocos, muy
pocos o ninguno, los elementos que quedan de la obra original.
En la actualidad es la Cofradía
de la Cárcel de San Vicente Mártir en Valencia quien vela por el cuidado y
mantenimiento de este emblemático enclave vicentino, que todos deberíamos
visitar por lo menos una vez en la vida.
Valencia es religiosidad, amor
vicentino y gran patrimonio cultural.