El miércoles de la semana
próxima, día 9 de octubre, se celebra el día grande de la Patria Valenciana,
día en que, en el año 1238, entró victorioso en Valencia el rey Jaime I,
(1208-1276), llamado ´el Conquistador´, tras la capitulación firmada el 28 de
septiembre de ese mismo año, por el último rey moro del reino taifa de
Balansiya, Zayyán ibn Mardanish (¿?-1270).
Pero en esta ocasión, esa
impresionante gesta de reconquistar Valencia para el cristianismo, junto a la
creación del Reino de Valencia dentro de la Corona de Aragón, y la jura en 1261
de los Fueros que el rey Jaime I de Valencia le entregó al reino que él mismo
creó, no van a ser objeto de este artículo, sino algo que, aunque en su origen
está íntimamente ligado a este hito histórico, es mucho más dulce, La Mocadorà.
Esta se celebra también el 9 de octubre, día que, en el santoral
cristiano, se conmemora la festividad de San Dionisio, o, como decimos los
valencianos, Sant Donís, que además es nuestro santo patrón para los temas del
corazón, convirtiéndose también el 9 de octubre, además del día conmemorativo
de la gesta citada, en el día de la fiesta de los enamorados para todos los
valencianos.
Cuenta la tradición que tras la
entrada gloriosa del rey Jaime I en Valencia luciendo con orgullo la enseña de
la Casa de Aragón, los valencianos, espontáneamente, comenzaron a conmemorar
esta efeméride, convirtiéndola con el paso del tiempo, en una fiesta de
carácter anual para mantener vivo el recuerdo de la entrada del rey
conquistador en Valencia.
Por muchos años, la celebración
de esta fiesta se extendía desde la tarde del día 8 de octubre hasta el final
del día del 9 de octubre, y durante este día y medio, no se cesaba de disparar
cohetes y petardos de todo tipo. Relatan algunas crónicas que hubo un año en
que se lanzaron hasta 13.000 cohetes desde la terraza del Palacio de la
Generalitat.
El carácter anual de la fiesta conmemorativa se mantendría hasta que, finalizada la Guerra de Sucesión al trono de España,
el rey ganador, Felipe V de España (1638-1746), llamado ´El animoso´, de la
Casa de los borbones, actual Casa Real de España, promulgara el Decreto de
Nueva Planta, con el que suprimió los fueros, las leyes, de los reinos que no
estuvieron de su parte en la contienda. Así, los reinos de Aragón, Valencia y
Mallorca perdieron sus fueros y pasaron a regirse por las directrices
castellanas.
Con esta acción también
quedaron suprimidas las celebraciones y conmemoraciones que hicieran referencia
a los derogados reinos. Pero con lo que no contaba Felipe V era que, si algo
nos sobra en España, y, cómo no, también nos sobra en Valencia, es picardía y
socarronería con la que afrontar las contrariedades. Así, los pasteleros de la
ciudad decidieron hornear unos dulces que tuvieran la forma de los cohetes y
petardos que no les dejaban tirar, a los que, echando un envite al rey, le
añadieron un componente sexual.
A los dulces les llamaron ´Piuleta´,
y ´Tronador´. La ´Piuleta´ es alargada, como un petardo, como un falo, como un ´piu´, que es una de las formas de llamar al pene en valenciano. Y el ´ronador´ es redondo formando un agüero central rematado con un pequeño doblez en los
extremos, no teniendo que hacer mucho esfuerzo para ver en ese dulce una ´chona´, que es la parte de las mujeres que suele ser «la perdición de los
hombres».
Y junto a estas dos figuras,
estrellas indiscutibles de la fiesta, también se realizaban unas figuritas con
forma de frutas y hortalizas, que, según unas fuentes, son en honor a fértil
huerta valenciana, y según otras fuentes, son en recuerdo de las hortalizas que
los moros le regalaron a doña Violante de Hungría (1215-1251), esposa del rey
Jaime I.
Pero lo cierto es que con estos
dulces y esta acción, en Valencia se continuó conmemorando la entrada
victoriosa del rey Jaime I a Valencia, a pesar de la prohibición de hacerlo del
rey Felipe V.
Y, cómo desde el principio,
estos dulces se habían entregado junto a un pañuelo, en valenciano, un ´mocador´, la festividad pasó a tomar el nombre del pañuelo que envolvía los
dulces, y se denominó ´mocadorà´, que se puede traducir como pañuelada, aunque
el diccionario de la Real Academia Española no recoja este término en sus
venerables páginas.
En la actualidad, el día nueve
de octubre realizamos dos celebraciones: de un lado, la tradicional procesión
por las calles de Valencia acompañando a nuestra querida Real Señera. Y de otro
lado, festejamos nuestro Santo Patrón del amor San Donís, pues la tradición de
los dulces y el pañuelo, ha llegado hasta nuestros días, y se ha arraigado en
la idiosincrasia valenciana con inusitada fuerza.
Así, el nueve de octubre, todos
los enamorados le regalan a sus novias o mujeres, aunque también se le puede
regalar a la madre u otra mujer apreciada de tu entorno, una bandeja con las,
siempre presentes, ´Piuleta´, y ´Tronador´, más un buen número de figuritas de mazapán
con forma de frutas y hortalizas.
Y todo ello envuelto en un
pañuelo, que en un principio era de batista, pero hoy en día suele ser de
seda natural, tomando además diversas formas modernas como pareos o fulares.
Desde el principio de la fiesta,
quien ha podido ha unido al pañuelo, siempre anudado con su ritual de picos en
diagonal, alguna joya para su enamorada, o esa mujer especial, obsequio que
todas las mujeres siempre han recibido con mucho amor, hasta tal punto que las
mujeres enamoradas suelen guardar todos los pañuelos que su amante le ha
regalado cada año, como muestra de amor incondicional.
Pero aunque suele decirse que no
hace falta un día para celebrar el amor de pareja, y todos los días tienen que
ser especiales, no es menos cierto que el día de Sant Donís el hombre está
deseando regalar a su amada esos mazapanes con nombre propio junto a un vistoso
pañuelo, y la mujer se viste con sus mejores galas para recibir de manos de su
amado esos dulces con los que un año más, bendecirán su amor.
Feliz Sant Donís. Feliz Día de
la Patria Valenciana. Valencia es sinónimo de cultura.