Modesto MartÃnez. SÃ, ese bastón que lucen los alcaldes en las procesiones. Ahora un mero adorno, una representación del cargo o del poder que ostentan. En su origen tenÃa todo el sentido del mundo, con ellas, en unas sociedades totalmente agrÃcolas donde las mayorÃas de las polémicas entre convecinos venÃan dados por lindes, pasos o servidumbres, tomaba sentido la medición que se realizaba con el bastón del alcalde para él, como autoridad, tomar una decisión y zanjar el asunto en cuestión.
En la actualidad, estamos viendo a los primeros ediles en sus tomas de posesión hacer la mención de entregar la vara – el poder – al pueblo que lo ha elegido para, entre otras cosas, defender los intereses del mismo. Escuchas muchos discursos de investidura y repiten hasta la saciedad que van a ser los defensores de las mayorÃas y de las minorÃas, de todos y para todos. Sinceramente, llega un momento que dudo de eso y hacen abuso de báculo, corto y frágil en sus inicios y ahora también en el uso de su poder. Hacen uso y abuso se su poder para salir a criticar la fiesta de los toros y en casos más sangrantes a prohibir.
Volviendo a los orÃgenes, la vara servÃa para solucionar problemas no para crear división entre la población. Parece ahora que salir y decir que se va a dejar de dar dinero a los toros está de moda. Da la sensación que a nivel local los únicos que reciben subvención somos nosotros. No hay nada más que reciba dinero público. Señores alcaldes apliquen la misma vara, la de primer edil, esa que dieron al pueblo, para los toros y para todo. No caigan en un agravio comparativo con otros colectivos, que no somos ni más ni menos. Pagamos los mismos impuestos, hacemos pueblo y votamos igual que todos, incluso a alguno de ustedes que nos quieren prohibir.
