La crisis democrática
No se asombren. La manifiesta ocultación de datos reales de contagios y defunciones por el Covid-19 y la censura que se está imponiendo en las redes sociales y en los medios de comunicación a la información "inconveniente" para los intereses del Gobierno de Sánchez e Iglesias empiezan a trasladarnos mentalmente a latitudes más tropicales, con regÃmenes pseudo-militaristas en los que las libertades brillan por su ausencia, y la disidencia es reprimida.
Si además de todo ello se aprovecha la coyuntura del Estado de Alarma para decretar camuflado junto con las medidas del Estado de Alarma el blindaje de la presencia del chavista Iglesias en la comisión de control de nada menos que el CNI, cuando la legislación que regula el CNI no puede ser modificada mediante un Decreto Ley, norma de rango inferior, tenemos frente a nosotros -aunque en este momento tengamos preocupaciones más importantes, que es el factor a favor con el que juegan Sánchez e Iglesias- una conculcación del ordenamiento jurÃdico que, estoy seguro, en circunstancias normales, habrÃa provocado una reacción enérgica social.
Estemos pues atentos a los movimientos legislativos del Gobierno. Las mentiras electorales de Sánchez y los referentes polÃticos de Iglesias no invitan a la confianza, y las consecuencias de lo legislado durante esta crisis podrÃan ser demoledoras para nuestra democracia.
La crisis sanitaria
Vivo convencido de que si se hubiera decretado el confinamiento unos pocos dÃas antes de lo que se hizo, las cifras de contagios y fallecimientos no serÃan las que son en este momento. Y creo que no se hizo para permitir las manifestaciones clientelares y electoralistas del 8M. Primer y garrafal error, teniendo sobre la mesa toda la información remitida por organismos oficiales como la OMS, y los ejemplos de China e Italia.
Sobre los despropósitos en la gestión de las compras de materiales de seguridad y protección, de los tests de juguete, las mascarillas de coña, los respiradores requisados en TurquÃa, de las propuestas absurdas de desconfinamiento escalado con las cuales han tenido que recular varias veces, o sobre los donde digo dije digo Diego, mejor no comentar nada, ahà están las hemerotecas de los últimos 50 dÃas y los jocosos memes que circulan por las redes sociales. Que el humor al menos nos sirva estos dÃas para sobrellevar la indignación y la tristeza. Y que cuando toda esta vorágine de contagios, muertes y despropósitos pase, se depuren responsabilidades y se ponga ante la justicia a los responsables de que las consecuencias de la pandemia hayan incidido con tanta gravedad en España.
La crisis económica
Hace unos dÃas veÃa con mis hijos la pelÃcula de animación "José, rey de los sueños", basada en la historia bÃblica del Génesis de José, hijo de Jacob, quien por avatares de la vida acaba interpretando un perturbador sueño del Faraón de Egipto, relacionado con vacas gordas y vacas flacas.
José interpreta el sueño del Faraón como que a siete años de bonanza y fertilidad le seguirán siete años de malas cosechas y escasez, y le propone que nombre como administrador de la tierra de Egipto con la finalidad de gestionar la crisis que barrunta a alguien muy confiable y de elevada integridad. El Faraón reconoce estos dones en José y le nombra a él administrador de las tierras de Egipto. Como gestor de las tierras, José propone llenar los graneros de Egipto durante cada uno de los siete años de bonanza con la quinta parte de cada cosecha de grano, y asà palió las consecuencias de la escasez de los siguientes siete años y evitó la hambruna. Lo que viene siendo el "qui guarda quan té, menja quan vol" de toda la vida (qué sabia es la cultura popular).
Volvamos a la España del siglo XXI. Una España en la que los sucesivos gobiernos, y con mayor incidencia en los gobiernos socialistas -solos o en compañÃa- han sido incapaces de reducir el gasto público y reformar la administración para hacerla más racional, liviana, económica y ágil. Al contrario, se ha incrementado el gasto público, han crecido las empresas públicas y sus plantillas, las administraciones siguen igual de elefantiásicas y huchas como la de las pensiones han sido dilapidadas.
La llegada de Sánchez al gobierno y de algunos gobiernos de izquierdas a las administraciones autonómicas nos han conducido, además, a un incremento indecente del gasto clientelar -nadie calienta la calle gratis-, y en consecuencia de todo ello, la presión fiscal sobre las clases medias se ha visto duramente incrementada: si no hay dinero para tal o cual "menester", subimos impuestos. Porque pagar muchos impuestos, para el socialismo, es la forma de corregir injusticias.
Y llegaron las vacas flacas a nuestro Egipto. Pero nosotros lo afrontamos con los graneros vacÃos. Y esto acaba de empezar. ERTEs, empresas y autónomos sin actividad, sin facturación, sin ingresos, sectores clave afrontando previsiones demoledoras... El tejido productivo de todo un paÃs no va a encontrar en Papá Estado un aliado que le ayude a soportar la fuerte contracción económica que nos arrolla.
España como paradigma de fracaso en la gestión pública
Qué bueno hubiera sido estar gestionados por un José de Egipto, previsor y racional, en vez de por irresponsables, despilfarradores, nepotes y clientelistas. Pero a lo hecho, pecho. En este momento solo nos queda la incertidumbre, el reproche y el derecho a la pataleta. Y si acaso a la esperanza de que el próximo proceso electoral aleje de las instituciones a quien no ha contribuido en absoluto a paliar los efectos de la desgracia que estamos sufriendo.
Las medidas económicas paliativas de la crisis que propone el Gobierno son dialécticamente pretenciosas, anunciadas con demagógica grandilocuencia, pero objetivamente vacÃas de contenido y de euros, por tanto insuficientes para que el tejido empresarial del paÃs no ya remonte, sino que cuanto menos soporte la contracción económica. Ello aboca a las empresas y autónomos de este paÃs a inevitables cierres y despidos masivos, y a millones de asalariados al desempleo.
Estamos siendo testigos del fracaso del modelo de gestión colectivista y electoralista al que la clase polÃtica nos ha acostumbrado. Y esta paradigmática situación nos debe llevar a exigir -de una vez por todas- a la clase polÃtica un modelo de gestión más racional, con una administración más sostenible, con gestores públicos más responsables, donde se vertebren fondos de previsión para eventualidades como la que ahora sufrimos (pandemias, guerras, catástrofes naturales o nucleares...) y donde el ciudadano sea de verdad eje de la acción polÃtica en vez de serlo la perpetuación en los sillones, las minorÃas ruidosas, el nepotismo y el alimento de la egolatrÃa.
Fernando Chiva, ex presidente de CÃrcul CÃvic Valencià , directivo de Plataforma Valencianista y activista cÃvico-cultural.