Madre,
toma mi rosa,
ésta
la cogà para ti,
era
la más hermosa
que
hallé en mi jardÃn.
Ya
le quité las espinas
como
hiciste tú conmigo,
para
evitar las heridas
que
nos depara el destino.
Yo
limpié bien tu camino
quitando
la broza seca,
por
ser mi ejemplo divino
dejando
las flores frescas.
Yo
seré tu peregrino
seré
el bastón de tu mano,
por
darme tú ese cariño
en
momentos tan amargos.
Sólo
tú me comprendiste
y
oÃste mi corazón,
y
jamás te arrepentiste
ser
bálsamo en mi dolor.
Déjame
soñar contigo
cuando
mire al horizonte,
por
ser mi espejo querido
y
el pilar de mi soporte.
CON
CARIÑO A LAS MADRES
ANTONIA
NAVARRETE LEBRATO NOVIEMBRE 2011.