Faros rotos, motores colapsados y, sobre todo, mucho barro son las marcas que dejó la dana en 35 motos clásicas Vespa que sobreviven al olvido en el pueblo vallisoletano de Esguevillas de Esgueva, donde se espera poder mostrarlas en una exposición al final del verano.
Se trata de una colección que pretendía ser "un arca de Noé que mostrara la evolución de la vespa española", y que se vio truncada cuando el garaje que albergaba la treintena de ciclomotores en Catarroja (Valencia) se llenó de lodo por los efectos de las inundaciones que afectaron a la Comunitat Valenciana el pasado 29 de octubre, según detalla a EFE su propietario, Álvaro Barcia.
"Venía de Madrid hacia Valencia, porque mi madre vive allí, y me quedé atrapado en la carretera justo el día que pasó todo. Hasta el día siguiente a mediodía no pude llegar a la casa de mi madre y fue entonces cuando mi hermano, que vive allí, me dijo que creía que el local estaba inundado", recuerda este valenciano que trabaja en un colegio internacional en un municipio cercano a Nantes (Francia).
La afición de Barcia por estos ciclomotores le viene de su adolescencia, de la Vespa 175 Primavera de color beige de su hermano y que fue el primer ciclomotor de la colección, al que siguieron una de las primeras vespa de 1953, año en el que la empresa italiana Piaggio concedió licencias para fabricar sus productos en España. Pero esas y otras motos seguían colapsadas de cieno en la cochera inundada en Valencia.
De Catarroja a Esguevillas
La extracción de las motos del local inundado no fue fácil: Barcia no pudo acceder a él hasta dos meses después y tuvo que sacar las motos con un límite de tiempo ya que los vecinos tenían que desinfectar el garaje y les advirtieron de que si no estaban las motos fuera, las tirarían.
Una "odisea" en la que también participaron familiares y amigos que concluyó el 31 de diciembre de 2024, cuando sacó las últimas cajas junto a su sobrino y pudieron celebrar la Nochevieja.
Sin embargo, los restos de las 35 vespa, inutilizadas por lodo, necesitaban un nuevo hogar. A través de los medios de comunicación, Barcia llamó la atención del Vespa Club de España que le puso en contacto con el Museo de la Moto de Esguevillas de Esgueva, un pueblo de algo más de 250 habitantes a escasos 30 kilómetros de la capital vallisoletana.
Barcia visitó las instalaciones del museo, ubicadas en el propio edificio del ayuntamiento, y tras su visto bueno las 35 motos se transportaron en un pequeño camión financiado por la Diputación Provincial de Valladolid hasta el Consistorio, donde reubicaron las otras piezas de la exposición para dedicarle un único espacio.
El responsable e impulsor del museo, José Luis Coloma, Peque, reconoce a EFE que el estado en el que llegaron era "deplorable" (pese al tiempo, algunas aún acumulaban lodo en el interior de los faros), especialmente en el caso de las más antiguas, que "no anda ninguna" y que han tenido "que mover a pulso para colocarlas", muchas veces con la colaboración del alcalde de la localidad, Rubén Colina.
Segunda vida
Coloma explica que el objetivo es organizar una exposición cuya fecha de inauguración se anunciará próximamente y en la que expondrán las 35 motocicletas tal cual están, con el barro y las marcas de los desperfectos "de una catástrofe que no quisiéramos que pasara a ninguno de nosotros".
Sin embargo, tanto Barcia como el museo y las instituciones locales trabajan para que los centros especializados en Formación Profesional que puedan restaurar estas motos, que incluyen piezas históricas de los años 50, entre las que destaca una con sidecar, otra de los repartidores de Correos y una Vespa Special, la única fabricada en Italia de la colección.
"La primera fase es la exposición con las motos tal cual están, pero la segunda fase va a ser de recuperación; vamos a intentar restaurar los modelos para dejarlos lo mejor posible, para ya tener la colección a la vista de todos, como si fueran de fábrica", explica Barcia.
Mientras tanto, estas 35 motos aguardan en un pequeño pueblo del Valle de Esgueva a la inauguración de la exhibición que no solo sirve para recordar una de las mayores catástrofes recientes de España, sino que muestra "una parte del patrimonio industrial español" y "la personalidad de la época y de la iniciativa que tuvieron en hacer algo nuevo".