Del mismo modo con que cualquiera siente afecto y
respeto por la tierra de la que se marcha, el mismo afecto y respeto ha de
tener por la tierra adonde va; donde las tierras no entienden de mayorÃas sino
de trabajo y esfuerzo pues es eso lo que determina su futuro y lo que inculca
en su presente como realidad. Sagunto y con ella todo el Camp de Morvedre no
está hecha de patrias menores ni de demarcaciones nuevas con tiralÃneas.
Sagunto está hecha de pasos lentos pero de pasos lentos sobre convicciones
seguras y constantemente nuevas. Sagunto no es un derecho derivado de un
derecho anterior y asà "ad infinitum" hasta llegar a la más proterva
extenuación de quienes quieren desfallecer en el intento de diseccionar
arbitrariamente un esfuerzo y una voluntad que corresponde a todos y que no
pregunta quien se es ni se jacta en diferenciar a unos de otros ni se
congracÃa en la humillación y presunción ni se complace en despreciar a nadie
marcando fronteras nuevas que sólo existen en la imaginación de quien las
presume propias.
Sagunto tiene ese carácter de proyección nueva pues
es el resultado de la unión de trabajos y la suma de voluntades. Sagunto tiene
esa voluntad de permanecer y esa vocación permanente de pertenecer. Sagunto es
ese vÃnculo que acoge personas y suma proyectos y aportaciones de todos sin ser
unas mejores ni peores que otras.
Es ese movimiento que nos hace desde nuestro propio
ser el ser propios y particulares también a través de los demás. Es esa
voluntad vertebradora y conjunta que tiende a pertenecer y a permanecer como
un proyecto como vocación colectiva que no mira la procedencia sino que valora
el trabajo y se hace respetable desde el respeto y la consideración recÃprocas.
Sagunto es esa necesaria vocación desde la diversidad de seguir creciendo
juntos y además creciendo mejor: sin limitaciones que no marquen otros pasos
que no sean los de la colaboración mutua y los afectos compartidos. Sagunto
crea de continuo nuevos vÃnculos unitarios a través de cada una de las
personas que en ella habitan.