Atrás han quedado los años en que fumar estaba bien visto por la sociedad. Sujetar un pitillo entre los dedos daba hombrÃa a los varones y femineidad a las mujeres. Bogart o Mitchum siempre acompañaban sus perfectas interpretaciones con un cigarrillo. Y todos recordamos a Santiago Carrillo asistiendo a las sesiones del congreso como lÃder del PCE con un cigarro entre los labios. Pero desde este fin de semana, el panorama es muy distinto al de antaño.
La ley antitabaco está despertando amores y odios por igual. Ayer, primer dÃa oficial sin humos en todos los establecimientos de España, muchos eran los que alzaban su voz a favor de la norma, alegando lo beneficioso que era un lugar libre de humos el resto de ciudadanos maldecÃan a Zapatero y sus 'leyes progresistas'.
Confrontaciones aparte, muchos establecimientos han decidido poner facilidades a sus clientes para que puedan fumarse un cigarrillo tranquilamente mientras se toman un café o comparten una cerveza con los amigos montando terrazas, aunque el termómetro, en estos dÃas, marque los seis grados centÃgrados.
"La verdad es que nadie se me ha quejado mucho, hay que acatar las leyes. Por eso he montado esta pequeña terraza" señala Marcos, propietario de un bar en LlÃria, el cual ha puesto a disposición de sus clientes un par de mesas en la calle para que puedan echarse un pitillo tranquilamente. A la pregunta de si hay algún valiente que se atreve a soportar el frÃo mientras aspira el humo de un cigarro, la respuesta es un sà rotundo. Y es que son muchas las personas que no quieren renunciar al placer de fumar aunque nieve, truene o caigan chuzos de punta.
Sara Montiel decÃa que fumar es un placer sensual. Pero ahora se ha convertido en un placer helado