Que
llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva... La de veces que hemos
canturreado esta canción, sin saber quién narices sería esa Virgen
de la Cueva y cuál sería su poder.
Pero,
sea el que sea, me gustaría invocarlo hoy como cuando era niña. Y
si es preciso, me pongo en círculo, me cojo a quien sea en corro y
hasta recupero el uniforme de colegio y la apretadísima cola de
caballo que me hacía mi madre. Porque el fin justifica los medios y,
a problemas desesperados, soluciones desesperadas.
Deseo
fervorosamente que llueva, en primer lugar, porque buena falta hace,
y no precisamente café en el campo. Que no sé qué fue de la gota
fría y del "abril, lluvias mil" que nos salió rana, aun sin
charca donde chapotear
Pero
también lo deseo por más cosas. Y estoy segura que no soy la única.
Que
llueva, porque tengo la esperanza que el tiempo atmosférico siga
siendo tema de interés en los informativos, y así desvían la
atención del único tema que parece existir. Y a ver si, de paso,
los platós se llenan, para variar, de meteorólgos, físicos,
agricultores curtidos por la experiencia o pitonisas que predigan el
tiempo en vez de todólogos y comentaristas gritando y dando los
mismos argumentos una y otra vez.
Que
llueva, porque tengo la esperanza de que las redes sociales dejen de
poblarse de odios y de enfrentamientos y se llenen de fotos de agua,
tormentas y arco iris por doquier.
Que
llueva, porque tengo la esperanza de que con la lluvia se destiñan
las banderas de los balcones y dejen de ser una excusa casi para
cualquier cosa.
Y,
sobre todo, que llueva para que la atmósfera se limpie. Para que el
agua se lleve por delante tanta palabrería y tanta cerrazón. Para
ver si de una vez recuperamos la cordura y volvemos a preocuparnos de
tantas otras cosas que merecen preocupación y que agobian y amargan
a miles de personas que tienen que sobrevivir cada día.
Que
llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva, los pajaritos cantan y las
nubes se levantan
Yo
ya tengo listos mi chubasquero, mis botas de agua y mi paraguas capaz
de aguantar vientos racheados. ¿Y tú?
SUSANA
GISBERT
(TWITTER
@gisb_sus)