Querido Dámaso:
He estado unos días
sin escribir, me ha tenido ocupado la Feria del Dulce de nuestro pueblo. La
Feria un éxito, las peladillas una maravilla, turrones con muchas variedades y muy buen sabor y todo maravilloso.
Pero detectas en el
ambiente que no hay alegría, no hay ilusión, no hay sosiego… Lo que sí hay son
sentencias. Qué palabra ¡Sentencias! El otro día el revuelo de Canal 9, hoy el
revuelo de Fabra, y mañana ¿Qué sentencia tendremos?
Dámaso me preocupa
el mundo, me preocupa la vida, me preocupa la juventud, me preocupa que en
muchas ocasiones se haya perdido
el rumbo y me preocupa el futuro de los más jóvenes. ¿Qué pasa después de tanta sentencia? Que pasa después de
tanta historia ¿Qué pasa? Pues
vemos que pasan los días y no pasa nada, hay una reacción primera pero
que a duras penas tiene efectos secundarios.
El imperio de los
amigos se adueño del mundo, e imperio de los indolentes domina la sociedad y el
imperio del paro sigue azotando a familias y familias que cada día ven más
negro su presente, su "pasar".
Me parece muy bien
que se ejecuten las sentencias, me parece muy bien que la justicia sea justa,
me parece fantástico que el que la haga que la pague, pero ¿quien evalúa a
aquellos que nos engañan silenciosamente?
¿Quién pone fin a quien nos defrauda como personas? ¿Quién acalla las
voces de la mentira encubierta? Hasta ahora poca gente… y si levantas la voz
para decir la verdad eres un radical, dices lo que todos piensan y nadie se
atreve a decir y aparte molestas en esta sociedad.
Pienso que es la
hora de que esas voces silenciosas se levanten, creo que llega la hora de decir
con entereza lo que uno piensa, sobre todo sin transgredir el honor de la
verdad, y aunque en estas batallas hayan vencedores y vencidos, la verdad algún
día sea la bandera de una sociedad
que clama justicia y que clama que se acabe la corrupción, y si esa solución
viene de manos de las sentencias, benditas sentencias que pongan luz a este
mundo que entre todos hemos consentido que existiera, pero que no nos quieten
lo nuestro, que lo nuestro lo hemos conseguido con honor, con trabajo, con
dignidad; y hablando del honor, palabra que a veces parece caída en desuso, ya
lo dijo Calderón de la Barca en el Alcalde de Zalaméa: " Al Rey la vida y la
hacienda hay que dar, pero el honor, es patrimonio del alma, y el alma solo es
de Dios".