No voy a hablar del DÃa de la Mujer ni a reivindicar, solo porque es 8 de marzo, el papel de la mujer en la sociedad actual. En primer lugar, porque, como ya he dicho alguna vez, soy contrario a las exaltaciones puntuales de ningún colectivo, pero, sobre todo, porque las mujeres se reivindican cada dÃa con una aportación incuestionable a la mejora continua de esta sociedad.
Fue el año pasado, cuando el DÃa de la Mujer Trabajadora adquirió una especial relevancia reivindicativa. Pero este año, con la sucesión de procesos electorales que van a adornar nuestra primavera, la politización de esta efeméride roza el absurdo.
Y ya que hablamos de absurdos, no puedo pasar por alto el hecho de que Ximo Puig alegue que adelantar cuatro semanas las elecciones autonómicas tiene como objetivo aumentar la participación. ¿Seguro? ¿En pleno puente de San Vicente?
Yo me inclino por pensar que Puig pretende evitarse el perjudicial efecto que una derrota de Pedro Sánchez podÃa tener sobre sus expectativas. Malo era ir juntos, pero peor era quedarse a recoger las cenizas y aspirar, en tan poco tiempo, a rehacerse de un mal resultado.
A la vista está que quienes eran, hasta ahora, socios de gobierno, no comparten su decisión y se han posicionado abiertamente en contra del anticipo. En un escenario electoral tan imprevisible como el que se da en este 2019, el cálculo es meramente electoralista y, en esta polÃtica de bloques, lo que gana un partido de izquierdas lo pierde otro partido de izquierdas.
El PSOE ha querido capitalizar el bajo momento de Podemos y el escaso espacio que unas elecciones nacionales dejan a CompromÃs. Con esto, pretende mantener una mayorÃa que su gestión en la Generalitat no le aportarÃa y distanciar a sus socios del Botánic para asegurarse la titularidad del Palau de la Generalitat durante otros cuatro años.
Sin embargo, los cálculos no son tan claros. Tezanos aparte, la distancia entre los, a mi juicio, mal llamados bloque de izquierdas y bloque de derechas, es mucho más corta de lo que Puig ha calculado. Y, además, el efecto Sánchez puede no favorecer a las expectativas socialistas e, incluso, alimentar la abstención, aprovechando los tres dÃas de fiesta que aún conservan muchos municipios de la Comunitat.
Pese a esto, si por mà fuera, cuanto antes acabe, mejor. El legado de la presidencia de Puig y sus socios en el Palau no es, para nada, merecedor de pasar a la historia. Quienes venÃan a hacer polÃtica social, dejan, por mucho que quieran negarlo, una sanidad, una educación y unos servicios sociales en peores condiciones de como los encontraron. El rescate de personas se acabó centrando en un pequeño grupo de amigos y dejó fuera a esos colectivos de emergencia social que ellos denunciaban en 2015.
Pero, esta semana, se les olvidará todo y solo querrán que hablemos de los derechos de la mujer... como si el resto del año, las mujeres no mereciesen tener derechos.