AVA advierte de que el ritmo de abandono del campo valenciano se triplicará en los próximos años. /EPDADe la tristeza, al llanto; del lamento, a la desolación. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), una de las entidades más potentes y con mayor predicamento en el sector agrario, ha hecho balance del año 2024 y ha lanzado sus previsiones para 2025. El primero, el resumen del ejercicio cerrado, destaca por una cifra: 1.870 millones de euros en pérdidas. Y una alerta para el pronóstico de futuro: “se doblará o triplicará las hectáreas abandonadas”.
El presidente de la entidad, Cristóbal Aguado, ha ido desgranando cifras en el acto organizado este miércoles para trasladarlas. Lo ha hecho con una mezcla de reivindicación y desesperación. 50.000 hectáreas de cultivo afectadas por la DANA y 1.640 millones en pérdidas por adversidades climáticas, incluida la sequía,
2.770 hectáreas menos de cultivo para alcanzar la fatídica plusmarca histórica de 176.446 abandonadas en la Comunitat Valenciana.
Más datos: 2024 fue el segundo año hidrológico más seco con un déficit hídrico del 40%. Ese hecho contrasta con el alud de agua que trajo la DANA. “Muy poco agua de la que cayó se ha retenido”, apuntaba Aguado en su comparecencia de este martes, en la que intervino arropado por los principales responsables sectoriales de su organización.
Precisamente la riada acentuará la precariedad en el sector. “De cada 100 euros perdidos, los seguros apenas cubren 30. Existe una baja cobertura”, señala Aguado, que espera también que de las 50.000 hectáreas afectadas por la DANA, entre 2.000 y 3.000 ya se resten definitivamente para cultivo, con lo que la plusmarca de abandono se incrementará.
A esta circunstancia se suma el endémico envejecimiento del campo valenciano. “La mayor parte de los agricultores supera los 65 años. Algunos de los que han sufrido con la riada sobrepasan los 80 y han perdido, además de sus cultivos, sus casas y vehículos. Resulta del todo lógico que después de esto decidan dejar ya el campo”, apunta.
La intervención de Cristóbal Aguado iba acompañada de un informe pormenorizado por cultivos. La campaña citrícola, la más emblemática de la Comunitat Valenciana, la califica de “desastrosa”. Con sus datos en la mano, la producción en la campaña actual ha caído un 7,3%. La DANA deterioró hasta 300.000 toneladas de cítricos.
Los daños en la superficie vitivinícola, igualmente reseñable en las provincias de Alicante y Valencia, son considerables debido a la merma de un 40% de su producción. Esa caída pasa del 30% en la denominada Tierra Bobal, con Requena como espacio destacado, hasta el 90% en La Marina alicantina. La falta de lluvias, las heladas primaverales, la fauna salvaje y los temporales de granizo se agrupan como los principales causantes.
Los cultivos de hortalizas, con cebolla, patatas, pimiento, alcachofa, pepino, berenjena o sandía a la cabeza, también sufren recaídas, como el caqui de la Ribera, con un 60% menos de producción; o la almendra, con hasta un 35% menos respecto al potencial del cultivo. En el caso de la algarroba el descenso llega hasta el 50%, y en las olivas se cifra en un 70% en comparación con su potencial.
Frutas de hueso, cereales, trufa, flor y planta ornamental y producción ganadera en su casi totalidad, excepto en ovino-caprino (un 19% de incremento del precio), ahondan en la crisis. Se salvan arroz, chufa, aguacate y kiwi. “No podemos tener mal tantos cultivos que implican a tanta gente”, recalca Cristóbal Aguado.
El presidente de AVA reclama mayor inversión en seguridad y en tecnificación y exige al Gobierno que “agote todos los recursos para acceder a ayudas europeas”. También alerta de las plagas que asolan los cultivos y proceden de países terceros, de la proliferación de lobos (“estamos a la cabeza de Europa y provocan un daño irreparable a la ganadería”) o de la pérdida estratégica del mercado ruso (“Antes éramos líderes en un mercado con 200 millones de consumidores”). Y advierte de la “práctica desaparición del arroz Bomba en Valencia”.
Todo este panorama aterrador para la agricultura lo cierra con la imagen elocuente de un recibo de un consumo tan simple y habitual como un café cortado. Muestra el precio de 1,70 euros. “Para pagar esa cantidad un agricultor necesita 25 naranjas navelinas”, explica a modo de ejemplo de la devaluación en el campo de un producto tan paradigmático de la huerta valenciana.
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