Carlos Gil. No recuerdo la
última vez que el
Salón de Plenos de Benavites se llenaba, como este martes lo
hizo, con los
niños y niñas del colegio. Pese a que su espontaneidad y la
naturalidad de sus
demandas se veía, cuanto menos, condicionada por la
presentación audiovisual
que llevaban preparada, siempre es agradable escuchar a los
vecinos, más aún
cuando son de edades tan tempranas, aportar su perspectiva
para mejorar nuestro
entorno.
Para ellos
supuso un reto pero, a
los demás, debería servirnos como motivo de reflexión sobre
nuestro papel en la
sociedad que queremos construir. Nos quejamos de una
administración pública
opaca y unos gobiernos cerrados, pero cuando se nos ofrece la
opción de
participar, no solemos aprovechar la posibilidad que se nos
brinda.
Es admirable que
los niños hagan
aquello que los mayores no somos capaces de hacer. Es curioso
que ellos
promuevan una convocatoria de reunión, y acudan a ella
ilusionados,
expectantes, preparados, y que nosotros prefiramos situarnos
como meros espectadores
de aquello que nos pasa alrededor.
Nos llenamos la
boca afirmando
que son el futuro, que han de guiar nuestro entorno cuando
seamos mayores, pero…
¿hacemos lo que debemos para construirles ese futuro en
condiciones? No basta
con poder disfrutar de tecnologías que nosotros no
imaginábamos, ni disponer de
recursos que nosotros nunca tuvimos. ¿Estamos preparando el
escenario adecuado
al nivel de exigencia de lo que pediremos cuando llegue
“nuestro futuro”?.
Reflexionemos un
poco más, aportemos
nuestra idea para construir un mejor proyecto común. Es mucho
más sencillo acertar
decidiendo desde la participación que desde un pedestal y,
además, estaremos
aprovechando la ocasión de aportar la ilusión de todos para
hacer una sociedad
mejor. Como dijeron al finalizar su intervención, “los pueblos
no los hacen los
edificios, sino las personas que viven en ellos”. ¡A ver si es
verdad!
Comparte la noticia
Categorías de la noticia