No estaba predestinada. Cualquiera diría que siendo hija de una médico y un asesor fiscal iba a ganarse la vida como guionista y directora de cine. De pequeña descubrió, en las salas que visitaba semanalmente, que quería contar historias. La primera, para El sexo de los caracoles, no funcionó porque nunca se estrenó: "Lo viví como un drama pero luego relativizas porque en esta profesión debes lidiar con esto". Y esto requiere "talento pero también aguante para soportar críticas, falta de rutina e inestabilidad". Echa en falta un tejido industrial cinematográfico como en Francia y, sobre todo, en EEUU. Reivindica más espíritu crítico del espectador, para que "transigiéramos más hasta interiorizar que podemos hacer algo con lo que no estemos de acuerdo", incluso el polémico spot de Dani Mateo sonándose los mocos en la bandera española.
Reclama diferentes tarifas en las taquillas, dependiendo de la película que se quiera ver y aplaude el peso de las plataformas que, como Netflix, han frenado las descargas digitales.
Mientras anda liada con un documental sobre una película que se rodó en Valencia en los 60 y no llegó a estrenarse, pronostica larga vida al movimiento Me Too.
¿Están infravaloradas las profesiones creativas?
Lo están bastante más que otras que se consideran más necesarias, como los abogados o los médicos. Todo el mundo que no se dedica al cine se cree que lo puede hacer mejor. Pienso que sucede porque no se precisa de un título específico para desarrollar estas profesiones y cualquiera puede acceder a la música, la pintura, el cine o la fotografía.
¿Son tan fáciles?
Todo lo contrario. No todo el mundo tiene ni el talento ni la capacidad y mucho menos el aguante para dedicarse a profesiones de este tipo, que requieren entrenamiento para soportar las críticas, la falta de rutina y la inestabilidad. Debes ser responsable de ti mismo para gestionar tu trabajo. De hecho, hace poco vino una señora a un rodaje porque quería vernos trabajar y cuando acabó, se mostró sorprendida de lo duro que resultaba, porque pensaba que era más divertido.
¿Cómo surge lo de convertirse en algo tan atípico como directora-guionista?
Siempre me había gustado contar historias y, de hecho, de pequeña quería ser escritora. Es verdad que a mis padres les gustaba muchísimo el cine y me llevaban muchos fines de semana. Me empezaba a fijar en cosas como la composición o las estructuras. En definitiva, tenía interés en saber cómo se contaban las historias.
En mi casa, había amor por la cultura y ya desde pequeña iba a clases de música, pintura o escritura, lo que puede resultar llamativo porque mi madre es médico y mi padre, asesor fiscal. Y, de hecho, cuando les dije que quería estudiar Comunicación Audiovisual no me desanimaron porque no son los típicos padres que minusvaloran las artes.
¿Un estreno que se le quedara en la rutina?
El Rey León.
Actualmente hay una corriente que cuestiona a Disney por haber fomentado el machismo.
Cada película hay que entenderla en el contexto en el que se estrenó. Por ejemplo La Sirenita puede resultar ahora machista porque narra la historia de una chica que se enamora de un chico con el que no ha hablado nunca, simplemente por lo guapo que es y abandona a su familia para irse a vivir con él. Sin embargo, las nuevas películas se adaptan a nuestra época y hay heroínas que no tienen que ser rescatadas por un príncipe.
¿Ha de limitarse la libertad creativa?
Sí debe haber un límite que lo sitúa el respeto pero depende mucho del público, porque hay gente que no circunscribe la parodia o la crítica dentro de la comedia. Pasa por ejemplo con Torrente, que es una crítica y se cree que Santiago Segura ensalza una figura del retrógado, cuando es justo lo contrario. Y este cine claro que cabe pero es cierto que hay veces que cuando das alas a determinadas tendencias, puedes normalizarlas. Cada vez se permite menos y esto tampoco es positivo para el arte.
Cada vez se juzga más lo que hacen los creadores y no se permite hacer chistes sobre nada y es un peligro porque los artistas se autocensuran.
¿Qué no está permitido?
Bromear con España
¿Habría grabado un spot sonándose con la bandera?
No lo habría hecho porque no es mi estilo de trabajo pero creo que se puede bromear sobre ello sin perjudicar al creativo de una manera frontal. Deberían estar permitidas las bromas sobre todo si fuéramos más críticos como espectadores y transigiéramos más hasta interiorizar que podemos hacer algo con lo que no estemos de acuerdo.
Los creadores de la serie La que se avecina reciben permanentemente denuncias porque bromean sobre todos los temas. Es cierto que encajar la paropia depende mucho del tiempo que haya transcurrido entre el acontecimiento y la broma.
¿Encaja mejor la sociedad americana o la española?
En EEUU se tiene un sentido del humor parecido al nuestro y se da importancia a cosas que son comedia y no deben convertirse en algo serio incluso cuando la sociedad lo interprete así.
¿Cuál fue su primer guión?
Para una película que nunca se estrenó, El sexo de los caracoles. Lo viví como un drama pero has de aprender a lidiar con esto en este tipo de profesiones. Al principio no lo relativizas y crees que es el fin del mundo.
Ha trabajado en Almost Ghost, una historia sobre la supervivencia en los pueblos fantasma de la atractiva Ruta 66.
Narra la vida de los habitantes que quedan en los pueblos de la Ruta 66, desplazadas por las carreteras interestatales. Es un documental de personajes más que la propia historia de la carretera. Son protagonistas auténticos y nostálgicos, que siguen viviendo ahí porque quieren y no les atrae el mundo actual sino que se anclan al pasado en estos municipios donde no hay tiendas 24 horas y donde todo el mundo sabe quién es quién. Llevan vidas muy tranquilas de porche y pipa.
¿En estos pueblos es donde se apoya el Make America Great Again?
Es algo muy sureño pero sí que es cierto que es donde más adeptos hay con las políticas de Trump. Recuerdo que este año fuimos a estrenar el documental al Festival de Cine de Arizona, muy cerca de la frontera de Mexico y comprobamoos lo dividida que está la sociedad. Había personas que iban al desierto a llevar cubos con agua para los inmigrantes, otra parte que lo que hacía era volcar esos cubos, algo que está bastante mal considerado en el desierto, donde no sobra agua y luego los que acudían con su silla y el rifle para proteger la frontera. Así que es cierto que cohabitan posturas muy radicalizadas y enfrentadas.
¿Por qué EEUU es el cine?
Porque allí se llevó casi toda la industria. En España tenemos poca industria y prácticamente todo el cine está subvencionado por la Administración y allí si tu película funciona ganas mucho dinero y si es un fracaso, tu estudio se arruina. Son conceptos diferentes.
Es necesario que haya apoyos para determinados proyectos de nuevos creadores, películas culturales o documentales pero sí que es cierto que habría que encontrar un punto de equilibro para generar una industria.
Además, contamos con cineastas que triunfan fuera pero nuestro modelo complica que se genere esa industria de verdad. En Francia por ejemplo, el gobierno financia todo pero son capaces de tener un modelo económico. En España, a la gente le sigue costando pagar para ver cultura, es como que les duele.
¿Es caro el cine?
En absoluto. Cuesta lo mismo que una copa, que no sabe mal pagarla. El problema es que las entradas para cualquier película no deberían valer lo mismo. Igual que cuando vas a un concierto no siempre pagas lo mismo, estaría bien que en el cine hubiera distintos precios en función del presupuesto que haya tenido la producción. Si al espectador le cuesta lo mismo una que otra, el público siempre se irá a ver la que haya tenido una mayor promoción. Una nueva vía sería que la película fije el precio. En toda la cultura se aplica este concepto menos en el cine.
¿Por qué han desaparecido prácticamente todas las salas del centro de las ciudades?
Por la digitalización, que obligó a realizar grandes inversiones y, además, los cines que aún conservan los 35 milímetros no aceden a todas las cintas. Cada vez van menos espectadores a las salas pero lo positivo es que es verdad que se paga por cultura fuera, por ejemplo a través de las plataformas televisivas.
¿Las plataformas han frenado las descargas ilegales?
Totalmente. La mayor lucha contra la piratería ha sido adaptarte al sistema porque al final prohibir no sirve de nada. Te permiten ver también cine de otros países con un catálogo inabarcable, que es lo bueno y lo malo es que pueden llegar a saturar la oferta. Pero han salvado en gran medida un determinado tipo de cine porque al final las superproducciones siempre estarán ahí, más allá de las salas, con los derechos de televisión, la venta de merchandising… Otras películas más pequeñas tienen un escaparate gracias a estas plataformas y se empieza a consumir otro tipo de industria.
¿Somos más de películas o de series?
En general creo que se está más centrado en las series, que estaban mal consideradas hasta hace 5 años, con ese clasismo de que si trabajabas en televisión eras menos válido que si lo hacías en el cine. Ahora se producen series mejores y se ha recuperado el prestigio. Al final el público se engancha más a una historia que le gusta si dura más. Soy de las que pienso que una historia debe durar lo que toca sin alargarla innecesariamente, porque acaba por destrozarla.
¿En qué punto se ve que hay que cortar?
La figura del showrunner se debería escuchar de verdad porque el productor siempre la va a querer alargar si funciona pero tú como cineasta has de saber hasta cuánto relleno hay que meter para que siga interesando. Estoy segura que muchas series de Netfliix se quedan a mitad. La decisión final debería ser creativa y a veces es económica.
¿Qué estilo nos gusta más?
Ahora mismo, el thriller porque la comedia está muy infravalorada. Pero son tendencias que van cambiando.
¿Qué nombres españoles están bien considerados en el exterior?
Por supuesto Almodóvar pero también Jaume Collet-Serra, Amenábar o Isabel Coixet, super valorada en Europa. Al final desde fuera hay una sensación de que los españoles contamos muy bien las historias aunque nosotros no lo valoremos así.
¿Hollywood ha hecho mucho daño a las relaciones sociales?
En el cine nos cuentan muy pocos trocitos de una historia que es muy larga y creemos que nuestra vida será así pero son también las 8 horas que estamos durmiendo, las 2 que cocinamos… en definitiva la rutina. Por ejemplo yo adoraba a mis compañeros de piso pero no molaban tanto como los de Friends. Y esto es una realidad. A veces generan unas expectativas de un amor, unos amjgos y unas fiestas universitarias como en las películas y como espectador juegas a creértelo pero has de saber que te están contando un relato.
¿Por qué se cree que la izquierda ha monopolizado más la cultura?
No lo creo. Simplemente hay mucha producción sobre la guerra civil pero no veo que el rechazo sea por una cuestión ideológica sino que es un capítulo aún muy reciente. En EEUU hay mucha producción sobre la Guerra Mundial y nadie dice nada.
¿Era necesario el movimiento Me Too?
Tenía que salir a la luz y, de hecho, se ha avanzado muchísimo porque las mujeres en los apartados técnicos siempre han estado más desplazadas. Podías ser por ejemplo directora de fotografía pero nadie te daba trabajo. Ahora, gracias a este movimiento,empezamos a ver historias escritas y dirigidas por mujeres. Y esto debería haber pasado ya hace muchos años. Se ha ido lento pero se ha avanzado tanto que espero que no haya retorno. Es lo que debemos a las primeras cineastas a las que tanto les costó.
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