Susana Gisbert./EPDA En estos días me ha vuelto a la cabeza el recuerdo de una campaña publicitaria con la que nos machacaban en mi infancia. Se trataba de un eslogan que instaba al ahorro de energía con el lema “aunque usted pueda pagarlo, España no puede” e invitaba a utilizar el transporte público en vez del coche particular, o a apagar las luces cuando no se están usando, entre otras cosas. ¿Nos suena? Pues eran los 70 y andábamos en plena transición, reinventando un país como mejor se podía.
Sé que no soy original. Me consta que no soy la única a la que esta vieja campaña le ha vuelto a resonar en la memoria. Y desde luego, menos original es la idea de quienes, muchos años después y tras dar por reinventado el país, nos piden exactamente lo mismo. Pero es lo que hay. Y lo que había entonces.Seis letras con virtualidad suficiente para tumbar gobiernos y poner a temblar a la ciudadanía media. Crisis. Un fantasma tan real que nada tiene de fantasma.
Como decía, no siempre las mejores ideas son las más originales, ni las soluciones más complejas son las más eficaces. Por eso, cosas tan simples como coger el metro o el bus o bajar el interruptor de la luz pueden ser una buena medida. Porque todo está inventado. Y si entonces no nos hablaban de modular la temperatura del aire acondicionado es porque nadie tenia aire acondicionado. Tal cual.
Lo que pasma con el ruido que causan estas cosas son los argumentos que se utilizan en contra de cosas tan fáciles de comprender que los niños y niñas de los 70 las pillamos a la primera.
¿De verdad alguien piensa que tener encendido durante toda la noche un luminoso que dice “Bar Pepe? ¿Cervezas X”, o “Modas Jennifer” es una tragedia terrible? Y lo que es más grave ¿sirven estos carteles para salvar a las mujeres de eventuales ataques sexuales? Cifras cantan, y es evidente que no. El número de denuncias por delitos de índole sexual no deja de aumentar pese a que, hasta ahora, los escaparates refulgían noche y día como las Perseidas en San Lorenzo.
Así que no mezclemos churras con merinas. Para evitar las violaciones se necesita invertir en seguridad y, sobre todo, en una educación en igualdad que ataque a la raíz. No, desde luego, iluminando los escaparates como algunas ciudades en Navidad. Sin olvidar que el alumbrado público ahí está, y a nadie se le ha ocurrido suprimirlo donde es necesario.
¿Tanto cuesta admitir que es una buena idea?
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