Laura García Guardado 12 años que escapé de 11 años de maltrato psicológico. Fui buena, sumisa, callada, silenciosa, me dijeron denuncia y lo hice. Sin información, me empujaron a un abismo y caí hacía lo desconocido. “No pidas orden de alejamiento, vives en otro pueblo y no hace falta”, me dijo mi abogado y volví a obedecer, primera consecuencia (económica), tuve que dejar mi trabajo, porque todos los días me desplazaba a un pueblo donde vivía su familia y donde él tenía muy fácil el acceso a mis rutinas.
Pasé por un peritaje psicológico del que me costó 1 mes recuperarme.
Nadie vio, ni escuchó, ni habló; pero cuando escapé todo el mundo había visto, había escuchado, pero seguían sin hablar.
12 años, y continuo con el dolor perpetuo de ver como siguen cargando con la responsabilidad de la denuncia a las mujeres “Denuncia, llama al 016, no deja rastro en la factura, pero tienes que borrar la llamada de tu terminal, (acuérdate eh, falta decirles)”, lo escucho una y otra y otra y otra vez, congraciándose con sus conciencias, evitando su corresponsabilidad en la denuncia de un delito civil y penal, que se ejecuta en la intimidad, pero que revierte en la vida pública de la mujer, obstaculizando el desarrollo y recuperación de su vida laboral, social, familiar.
Cualquier parecido con la realidad, no es coincidencia, es real.
Ya son 11 los feminicidios y 1 una niña asesinada por violencia vicaria. Y como veo que la cosa va para largo, porque se está a otros menesteres, voy a dar algunas pistas de lo que se puede hacer:
Reforzar el sistema de valoración de las mujeres, niñas y niños, con personal formado y capacitado, con una escucha activa y humana.
Una justicia feminista, que debe empezar a humanizarse, debe aprender a escuchar lo que las mujeres no decimos, porque hay encontrará los motivos que busca a nuestros (con) sentimientos.
Penalización al personal docente que no cumpla con los principios de igualdad entre mujeres y hombres, en sus programaciones curriculares. La igualdad tiene que dejar de depender de la voluntariedad en los centros educativos, porque atención, sorpresa, es obligatoria.
El machismo, se convierte en cultura a través de la educación y la educación machista asesina.
Debemos transformar la educación, porque necesitamos, exigimos que la educación sea feminista y con perspectiva de género. La herramienta que va a articular, que va a generar esa transformación, ese cambio de paradigma es la COEDUCACIÓN. A través de la Coeducación ayudaremos a identificar actitudes machistas, a detectar los micromachismos, a desmontar los mandatos, los estereotipos y los roles de género, los mitos del amor romántico que a las mujeres nos mantienen cautivas, ayudaremos a construir masculinidades igualitarias. COEDUCAR, educar en igualdad a niñas y niños.
Dejemos de pedir a las mujeres que salgan de un infierno en el que ellas nunca pidieron entrar, se les está pidiendo que abandonen, que denuncien, a la persona que dice quererlas como nadie. Es lo que conocen, es donde se han acostumbrado a malvivir, a sobrevivir, no les exijamos un imposible sus energías, al lado de su victimario, son finitas.
La acción tiene que venir de fuera, no esperemos a que el silencio se haga al otro lado de la pared, porque entonces, pude ser demasiado tarde, si oímos, hablemos, señalemos, denunciemos, que no veamos no significa que no exista, y, sobre todo, por favor, dejemos de decirles a las mujeres que sean fuertes, son las instituciones las que se deben fortalecer con mucho feminismo.
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