Pie de fotoUn
cóctel demasiado explosivo con tal vez, demasiados actores implicados, ha
protagonizado la histórica y lluviosa mañana de un 13 de junio que ha cambiado
el color político de una gran parte de ciudades y municipios de toda España.
Porque
hoy no ha sido una jornada de investidura más, ni la búsqueda de anécdotas y
rifirrafes en determinadas poblaciones donde como ha sucedido en muchas
ocasiones, los intereses personales han protagonizado casos aislados de situaciones rocambolescas.
No!
Hoy sábado, 13 de junio se abre sin duda un nuevo modelo, y un nuevo tiempo que
dirá si con el transcurrir de las legislaturas la política valenciana y
española gira hacia un periodo donde el diálogo y la convivencia deben superar
los egos de aquellos gobernantes que se auto postulaban como invencibles o
únicos. Es un gran cambio, sin duda, donde el pueblo más que nunca toma la vara
de mando.
Pero
esa pluralidad de partidos, esa miscelanea de rumbo, y esas múltiples opciones
y fracciones que representan fuerzas emergentes hasta ahora inexistentes como
Ciudadanos o Podemos, abren un nuevo camino que puede convertirse en un arma de
doble filo para garantizar la estabilidad de la mayor parte del modelo
territorial. Es un reto, sin duda, pero también un peligro si no es consensuada
por fuerzas dispares que estarán obligadas a entenderse por el bien común de
sus conciudadanos.
Es
por ello, que más que nunca, debe estar presente el espíritu de la Transición
que ha florecido durante la campaña electoral por el bien de que las nuevas
políticas calen en el electorado, tanto en el de a favor como en el que se
ubica en contra de los dirigentes, porque de lo contrario el futuro en nuestro
caso de la Comunidad Valenciana corre el peligro de resquebrajarse en poco
tiempo, con el consiguiente peligro de retrasar la tan ansiada recuperación
económica.
Una
recuperación que el gran poder, el de las grandes corporaciones solo ha visto
de cara a la macro economía, pero que ahora dependerá en gran parte de los
representantes del pueblo, reflejado a través de su éxito en las urnas y en las
consiguientes varas de mando, porque como sucede siempre, una cosa es la
protesta lícita y otra muy distinta es gobernar las instituciones desde una
perspectiva constructiva.
Por
tanto, mucha suerte para los nuevos alcaldes, pero ojo con las políticas a
seguir, y sobre todo con aquellas poblaciones donde la alcaldía será incluso
rotatoria. La política no es un juego y así deben mostrarse los nuevos
dirigentes, implementando el sentido común por encima de radicalismos, codicia
e intereses personales.
Ha
llegado la hora del consenso, pero ahora toca demostrarlo por parte de unos y
otros, de partidos de todos los colores, porque de lo contrario las ilusiones
se transformarán en un absoluto fracaso.
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