Muy
buenas, soy un humilde humano y me dirijo a su suprema deidad
(imaginando que solo exista usted) para darle mi opinión de algo que
está sucediendo estos días en mi país. Digo darle mi opinión,
porque sin duda, en su plena omnipresencia que todo lo ve, ya
conocerá la llamada “Jornada Mundial de la Juventud”.
Únicamente, que yo sepa, Santa Claus y los Reyes Magos, tienen
también ese don de verlo todo.
Resulta
que un grupo de selectos jóvenes sin aparentes problemas de dinero,
al menos la mayoría de ellos, se han reunido en la capital de mi
Estado. Éstos se dedican a pasarlo bien
mientras hacen patente un derroche considerable de recursos
económicos. Nuestro gobierno asegura que el evento no costará nada
al país, pero el sentido común invita a pensar lo contrario. La
cantidad de gastos indirectos que genera el evento es algo
incuantificable. Ya que, se deben contar con unos niveles de
seguridad, limpieza, y transporte (entre otros) que se salen de la
cotidianidad. Incluso el Foro de Curas de Madrid integrado, como bien
sabe, por los curas de las parroquias más humildes de la ciudad, ha
criticado el alto coste de estas jornadas. A su vez señalan lo
inapropiado de que grandes empresas como el BBVA, Iberdrola,
Telefónica o el Banco Santander patrocinaran el evento. Pero, yo no
me preocupo, no creo que los veamos allá arriba, sabemos muy bien
que antes pasará un camello por el ojo de un aguja que entrará un
rico al reino de los cielos. De todas maneras, desconozco si ahora
han incorporado un servicio de compra de plazas celestiales ¡rezo
para que el capitalismo no llegue hasta terreno sagrado!
El
punto fuerte de estas jornadas es, sin duda, la llegada del Papa de
Roma a la capital del reino. Si, España es aún reino, ¿qué opina
de nuestro monarca? En teoría es uno de
sus representantes en la Tierra, esa es la base que ha justificado
históricamente el poder monárquico. Si que es cierto que ahora se
trata más de una cuestión de imagen, pero imagino que usted podría
rescindirle el contrato cuando quisiera, porque a nosotros se nos
niega esa posibilidad. Desde aquí le ruego que le vigile, quizás
encuentre cosas en él que no sean de buen cristiano.
Su
hijo, Jesucristo, cuando anduvo en el reino
terrenal entró a Jerusalén a lomos de un burro y paso la noche al
raso bajo un olivo. También expulsó a los mercaderes del templo.
¿Por qué motivo su máximo representante en la Tierra se comporta
de un modo tan diferente? Le ruego que me aclare estas
contradicciones. Seguro que conoce en que condiciones pernocta cuando
abandona su palacio, que según dicen cuenta con un lujo excelso, yo
tampoco lo sé porque nunca me invitaron.
Otra
cosa que me llama la atención es su vasto dispositivo de seguridad.
Yo imagino que él tendrá una extraordinaria fe en usted y por lo
tanto en sus poderes divinos. Entiendo que Dios no permitiría que le
ocurriera nada malo, entonces ¿Acaso no se
fía de su sagrada protección? Eso es una falta de fe grave, yo le
bajaría el sueldo, como a los funcionarios, y eso que éstos no
hicieron nada para ello. Porque imagino que los obispos, canónigos y
demás personalidades serán como funcionarios celestiales ¿no?
Pero,
¿sabe de verdad que me irrita? Que esta
casta de funcionarios celestiales nos digan como llegar a su mensaje.
Lutero tenía razón en que para llegar al mensaje divino lo mejor es
que cada cual lea la Biblia por su cuenta, y se deje de
intermediarios. Claro, que de esta manera las contradicciones en la
jerarquía eclesiástica se agudizarían más si cabe. Porque como
bien se conoce “(…) no se puede
servir a Dios y al dinero.”
No
podría despedirme sin manifestar mi queja ante las brutales cargas
que últimamente la policía está llevando
a cabo en nuestro territorio. Mientras en otros países el 15M sería
visto como un movimiento de liberación ante una dictadura despótica,
aquí cada vez más se intenta hacer ver que son una panda de
radicales que se divierten causando altercados. Dicho esto, comprendo
sinceramente, que deba respetar el libre albedrío y no mandar a sus
ángeles para proteger a las personas de las cargas policiales. Pero,
estamos convencidos de que la causa es justa, y aquellos jóvenes
católicos que contemplaban hace poco, no sin cierto morbo, las
palizas que propinaban los policías a muchas personas que se
manifestaban por algo que entienden sensato yo les recuerdo, en su
mismo idioma a través de las “bienaventuranzas”, que: “Dichosos
los perseguidos por hacer lo que es justo, porque suyo
es el reino de los cielos.” De modo que, si esta carta
encuentra destinatario, que sepan que seremos nosotros los que
estaremos ahí arriba, mientras ellos se abrasan.
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