Juanjo López El Peño. Foto: EPDA.
El Puerto de Valencia fue
el escenario del Campeonato de España de triatlón. Tras la victoria de las tres
mujeres de Tripuçol parecía que nada podría superar ese récord... pero faltaba El
Peño, quien se iba a convertir, apenas 11 meses después de haber corrido su
primera carrera como paralímpico —el Gran Fondo Vila de Puçol 2011— en el gran
triunfador de la prueba, entre aplausos, sonrisas y más de una lágrima de los
asistentes.
Llegó a la prueba bien
preparado, después de haber corrido numerosas carreras, con el objetivo de
finalizar la competición y hacerlo por debajo de 6 horas.
La primera manga fueron
los 750 metros de natación: al ser su distancia más reducida, Juanjo salió del
mar por delante de los atletas no paralímpicos, lo que ya provocó que obtuviera
las primeras adhesiones incondicionales del público. Nunca antes habían visto
en un triatlón que los atletas paralímpicos salieran del agua con ventaja.
“Hicimos los 750 metros
en 14 minutos y logré salir del agua junto a Javier Mérida, que iba el primero.
Tuve algunos despistes, pero me mantuve en cabeza… y salir antes que los
atletas no paralímpicos nos creó un gran grupo de apoyo: enganchamos a mucho
público que ya no nos abandonó”, recuerda Juanjo López El Peño.
Entonces llegó la bicicleta:
93 kilómetros por los arrozales, hasta Sueca y volver, con un viento que hizo
abandonar a muchos y perder tiempo a todos. Entre los grandes damnificados, el
propio Juanjo: “El viento me costó la carrera, porque me cargué la pierna
derecha y luego me pasó factura”.
Y, por último, el momento
decisivo, los 21 kilómetros a pie por un paseo de la Malvarrosa con mucho
público, que a cada vuelta animaba más… pero ese viento de los arrozales,
efectivamente, se hizo notar: sobrecargas musculares, deseos de abandonar tras
cinco horas y un tremendo dolor.
Muchos no resistieron y definitivamente
abandonaron la carrera.
Juanjo estuvo a punto de
ser uno de ellos: “Me quedaban ocho kilómetros cuando llegó el momento clave:
¿Me retiro o acabo en una hora más, aunque sea con muletas? Y decidí continuar”,
recuerda El Peño. “Al final lo tuve claro: después de cinco horas nadando,
pedaleando y corriendo, para una hora que me quedaba iba a terminar… aunque fuera
con muletas”.
Fue algo más de una hora
dando vuelvas al paseo. La última de ellas, Juanjo la hizo rodeado de gente
llorando, emocionada... y con muletas.
Hubo 300 abandonos, pero El
Peño no fue uno de ellos. Llegó a las 6
horas y 52 minutos de haber salido, pero se proclamó campeón de España de
paratriatlón. Junto a él, los otros siete corredores paralímpicos también
finalizaron la prueba, toda una demostración de amor propio y capacidad de
sacrificio.
Su pequeño secreto
Este campeonato tiene
muchas consecuencias para El Peño, la primera, la más evidente: este medio ironman
tuvo a Juanjo 48 horas muscularmente reventado, sin poder hacer nada, ni
siquiera subir escaleras… y una semana sin poder andar.
Pero a los nueve días
comenzó a entrenar. Con más ganas si cabe.
¿Su secreto? Mara. Su
hija de poco más de un mes, probablemente el arma secreta que uno necesita para
superar cualquier obstáculo. Y para poder salir de casa cada fin de semana, a
correr en cualquier punto de España.
“No, ya no me tiran de
casa, soy la alegría de la huerta”, confiesa con una sonrisa amplia, la que siempre
luce cuando habla de las carreras, de su mujer Regina y ahora de su hija Mara.
“Ten en cuenta que en muchas de esas pruebas voy, compito y vuelvo en el mismo
día, por lo que no estoy mucho tiempo fuera. Y entre carrera y carrera… pues
eso, mira si hay tiempo de hacer cosas”.
De todo ello —bueno, de
casi todo— Juanjo lleva un cuidadoso registro en un diario que guarda en su
ordenador, para recordar todo lo que ha pasado desde que en la Semana Taurina
de Puçol, en junio de 2010, un toro le enganchó y estuvo a punto de perder la
vida. Al final, perdió sólo la pierna.
Y eso, literalmente, le
ha permitido comenzar una nueva vida.
“Leer ese diario de vez
en cuando me ayuda a recordar por lo que hemos pasado. Entonces sí estaba la
cosa mal. Cuando me encuentro mal en una prueba, esos recuerdos me ayudan a
apretar los dientes y tirar adelante”.
Y no se refiere sólo a la
pérdida de una pierna. Luego han venido más experiencias amargas: todos los
gastos los ha tenido que pagar por su cuenta, la Seguridad Social no se hace
cargo más que de una prótesis básica que, desde luego, no sirve para practicar
ningún deporte.
“Me tuve que cambiar las
tres prótesis que tenía (una para caminar, otra para correr y la última para la
bici) porque me reventé el muñón en la preparación del maratón de Valencia, en
noviembre de 2011. Eso me dejó dos meses sin entrenar, porque la morfología de
mi pierna había cambiado y tenían que diseñarme prótesis nuevas. Fue otro
momento muy duro”.
Son muchos momentos
amargos. Aunque ahora son historia, porque ser padre y campeón de España le ha
animado a plantearse nuevos retos.
Y ahora, los Juegos
Olímpicos
Lógicamente, Juanjo ha
vuelto a entrenar, con más ganas y con objetivos aún más ambiciosos.
Forma parte de un grupo
de tecnificación de la Federación Valenciana de Atletismo, con el que se
prepara para puntuar e intentar llegar a los Juegos Olímpicos de Río de
Janeiro. “Tenemos un entrenador para los tres paratriatletas que hicimos podio
en el Campeonato de España”, continúa detallando El Peño. “Además, contamos con
un fisio y dos días de entrenamiento a la semana en las pistas del cauce del
Turia, en Valencia. Y los viernes nadamos en la piscina de La Calderona. Y en
mi caso también tengo a Eduardo Martí, mi entrenador del Tripuçol”.
Entrenador, fisio, acceso
a las pistas del cauce del Turia, piscina en La Calderona, el Centro de Alto
Rendimiento de Cheste y la ayuda técnica que haga falta, pero dinero ni un
euro: todo el apoyo y el uso de instalaciones que necesite, pero ninguna
subvención directa para poder ir a competir.
Y el dinero hace falta
para acudir a cada prueba.
“Es difícil, porque
tenemos que puntuar en las mismas que los demás atletas para lograr acceder a
los Juegos Olímpicos, las llamadas series mundiales, con carreras en Israel,
Nueva Zelanda, Alemania, Madrid, San Francisco y Pekín… ¿Quién puede pagarse el
viaje a esas pruebas?”.
He ahí uno de los
secretos mejor guardados de las Olimpiadas: no todo el mundo puede acceder, por
muy bueno que sea.
Si Juanjo quiere acudir a
los Juegos Olímpicos ha de ganarse la plaza en las series mundiales, pero se
tiene que pagar el viaje a cada una de las seis pruebas. Ser olímpico también
cuesta dinero.
Así que Juanjo busca
patrocinadores dispuestos a apostar por un atleta paralímpico dispuesto a
llegar hasta el final con una sonrisa en cualquier desafío, por algo es la
alegría de la huerta.
Mientras, participará en
todas las pruebas del calendario nacional a las que pueda acudir.
En abril, el Campeonato
de España de duatlón en Segovia; en mayo, el Triatlón Universitario en Puçol y
el Campeonato Autonómico; también en mayo, las series mundiales en Madrid, la
única puntuable para los Juegos Olímpicos a la que tiene claro que puede acudir
pagándolo de su bolsillo; en julio, el Campeonato del Mundo de larga distancia
en Vitoria; a lo largo del verano, varios triatlones por distintos pueblos de
la Comunidad Valenciana; en septiembre, el Campeonato de España de triatlón
sprint en Pontevedra… y multitud de carreras populares a lo largo de todo el
año.
¡Y todo ello sin que Mara
y Regina le tiren de casa!
Indudablemente, Juanjo es
la alegría de la huerta.
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