Sergio López. EPDA En las dos últimas columnas hablamos sobre los artículos 47 y 33 de nuestra querida Constitución. Algunos lectores me dicen, con acierto, que es un debate recurrente al que nadie pone solución, y que tenemos que pasar de las palabras a los hechos, vamos, bajar al barro... Pues empecemos el combate.
Partamos de un punto que no se nos tiene que olvidar, llámenlo, si quieren, las reglas del combate: el derecho a una vivienda digna va más allá de cuatro paredes y un techo y ese derecho no se garantiza dando o construyendo viviendas para toda la población, con lo que las tan golosas expropiaciones, los intentos de regulación o la construcción masiva de viviendas no son el camino a seguir.
Guante izquierdo, guante derecho, protector bucal... suena la campana. Primer asalto: empiezo defendiendo que el precio de la vivienda no es elevado, son los salarios los que, en esta sociedad low cost que hemos creado desde la crisis del 2007, son bajos, lo que no permite el ahorro necesario para acceder a una vivienda. Tras la defensa, un gancho de izquierdas, es necesario implementar políticas que pongan más capacidad de ahorro en los trabajadores a través de sus propios salarios, no únicamente de ayudas, creando un mercado laboral que genere confianza y dé continuidad. ¿Tiro la toalla?
Segundo asalto, un directo: no nos conformemos con generar vivienda social (personalmente, detesto esa etiqueta), de esa manera sí estamos tirando la toalla. Recuperemos la clase media, la que soporta el estado del bienestar y no queramos solucionar el problema con vivienda económica para todos. Por supuesto que se tienen que realizar viviendas accesibles a personas con menos recursos, pero para ello existían las viviendas de protección pública, grandes olvidadas y prácticamente imposibles de edificar fuera de las grandes áreas urbanas. Fomentemos la colaboración público-privada con las cesiones de uso y las actualizaciones de los módulos de VPP.
Tercer asalto, un gancho de derechas: en esa colaboración público-privada es imprescindible una mayor amplitud de miras. Equilibrar la necesidad imperiosa de votos por un lado y de rentabilidad económica por el otro para llegar a un punto donde todas las partes estén cómodas. Avances ya se están dando, tanto en el alquiler como en la compra, lo que es buena noticia. Es por el bien de todos.
KO: lo más difícil, dejar de pensar en “ayudar” para pasar a facilitar el acceso a la vivienda, o de otra manera, si ya es una empresa difícil acceder a una vivienda, no poner trabas. Trabas como este uppercut de derechas, el 20% de impuestos que tiene que soportar el comprador de una vivienda de obra nueva, trabas como este uppercut de izquierdas, los prolongados plazos de licencias, trabas como el crochet de la permisibilidad con la ocupación.
Trabas que no dependen únicamente del sector inmobiliario, dependen también de la voluntad de la administración. Ambos envueltos en una pelea sin posibilidad de ganador.
Combate nulo.
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