Camino Viejo de Llíria. H. G.Beniferri suena a parada de metro poco concurrida, de las que ves en el recorrido sin apenas fijarte salvo que pretendas bajar en el entorno del Palacio de Congresos. No obstante, si decides apearte ahí en el trayecto que enlaza València con Llíria o Paterna, o simplemente, como es mi caso, optas por dar un paseo para curiosear, descubrirás más detalles de esta diminuta pedanía englobada en los denominados Poblados del Oeste.
Para empezar, que ese topónimo significa hijo de herrero, por las numerosas forjas de esta pedanía, que ya existía, como alquería, en la época musulmana. Donde había una de las últimas herrerías ahora emerge un restaurante con sabor a pueblo. La cercana iglesia, en un pequeño repecho de la calle, está consagrada a Santiago Apóstol.
Un vecino locuaz no llega a contar una decena de moradores cuando se le pregunta por los habitantes de lo que era el antiguo pueblo de Beniferri. Ahora está rodeada de unifamiliares, tan de moda en los primeros años de este siglo, y pequeños edificios la calle superviviente de Beniferri.
Con Sylvia
Hasta su puerta hemos llegado –en este recorrido me acompaña mi amiga Sylvia, que se está aficionando a las caminatas urbanas- paseando desde el entorno comercial de Nuevo Centro en dirección a Pista de Ademuz, por arriba del túnel y andando frente al palacio de congresos. Después hay que introducirse en una calle estrecha, con casonas estilosas, muy próxima al casino.
El aludido y longevo vecino explica que esto, la calle principal de Beniferri, era el camino antiguo de Llíria, por donde pasaban los carros, y que empezaba en una cruz al otro lado de donde está ahora la autovía. También apunta, ya entrando en el terreno de su vida, que la casa donde habita era la de sus padres, que la partieron en dos para que en un lado viviera su hermana y en la otra él.
Abastecimiento
De hecho, la calle principal de Beniferri es Camí Vell de Llíria. Junto a ella está la plaza de l´Esglèsia y también la tradicional en tantos pueblos fuente céntrica que servía de abastecimiento a la población. Esta zona se sitúa justo detrás del Casino. Curioso contraste entre el juego moderno y la vida bucólica. Ya en el pasado experimentó otra circunstancia paradójica al instalarse una concurrida discoteca con nombre italiano en la pedanía.
La calle se acaba. Desde allí bordeamos la entrada a Maestro Rodrigo y vamos por la carretera que lleva a Benimámet, con el imponente y poco utilizado Velódromo en frente, que fue el orgullo del valenciano Luis Puig, quien presidiera la Unión Ciclista Internacional y cuyo nombre luce la instalación.
Después, a través de cañaverales, alcachofas quemadas, campos abandonados y acequias, aparecemos en el espacio que se conocía tétricamente hace algo más de una década como el ´híper de la droga´, y que hoy lo configuran cuatro casonas, la mitad habilitadas para una confortable vida, y la otra mitad, abandonada. Desde allí emprendemos el regreso a Valencia con Nou Campanar de fondo, aunque, antes de llegar, giramos hacia la derecha, después de preguntar a un inglés que paseaba con su perro y apenas hablaba castellano. Una senda asfaltada que pasa por detrás de la comisaría de policía de Valencia desemboca en el cauce ajardinado de Túria, muy cerca del Bioparc.
Por casonas de La Punta
Y en este curioseando abarca también otro segundo espacio urbano e igualmente huertano. Tenía pendiente este recorrido desde hace meses y era hora de que lo afrontara. Justo frente a la Ciudad de las Ciencias, y a un lateral del centro comercial El Saler, se expande la parte más agrícola de la pedanía de la Punta.
Me adentro por el camino Salinar, con el subtítulo en el rótulo de Casa Bruno y con otro cartel más ilustrativo en el que indica Alquería del Pou. Me meto entre campos y autovía de El Saler, por la carretera que conduce hasta la gasolinera. La bordeo, continúo, pregunto a un agricultor por la extensión de esta zona y me confirma que llega hasta En Corts.
Entre las alquerías
Después de circunvalar la citada gasolinera me adentro entre las alquerías. Me cruzo con un simpático argentino que pasea con su perro y que me explica que “el camino es chiquito pero está bueno”, cuando le interrogo para asegurarme de que no me pierdo demasiado en mi deambular.
Me planto junto a la denominada Entrada del Fiscal, con la ermita del mismo nombre, en un entorno de ausencia total de sonidos creados por el ser humano y donde se disfruta del piar de los pájaros y se observa las casonas muy bien cuidadas. Doy marcha atrás porque el camino se acaba, aunque ha valido la pena llegar hasta la ermita del Fiscal por el espacio bucólico que allí se ha ido configurando.
Paso por Entrada de Fermín, del Colero, la célebre en la zona (su nombre aparece en la mitad de los carteles) Alquería del Pou, sigo entre casonas residenciales y una solamente con señales de invasión de okupas (al contrario de lo que ocurre en otras porciones de La Punta), contemplo Casa Palmera (aunque no logro ver la aludida palmera), casa Ramonot... y salgo por la entrada del Camí Pou d´Aparisi, a la altura del Holiday Inn Exprés.
Mi interés se despierta cuando me parece contemplar, desde lejos, un rótulo donde señala ´Camí dels Cátaros’ ¡Cuántas evocaciones literarias! Me acerco y la realidad resulta bastante más prosaica. En el citado indicador pone ´Camí dels Catarros´, sin acento y con dos ´r´. A la izquierda queda la Entrada del Francés. Terminó la paz y nos sumimos en el ruido del tráfico rodado hasta calle Font d´En Corts, que la dejo para otro día como recorrido pendiente.
Prosigo hacia Ausiàs March, con solares a mi izquierda y tierras semiabandonadas (los terrenos cultivados y perfectamente labrados quedaron para La Punta). La situación llega hasta el punto de que la maleza corta el camino. Tanto el peatonal como el carril bici, que a veces parece más intocable que el de transeúntes. Como en el recorrido hacia Pinedo, en el que durante 30 minutos he de caminar por la senda ciclista porque no existe para viandantes.
Me encamino hacia la calle Gravador Jordán, que marca la entrada a Fuente de San Luís, otro tramo pendiente. Y hasta aquí llego, con la sensación de haber disfrutado de la huerta de Valencia y con ganas de profundizar más en este itinerario agrícola en plena ciudad.
Otro camino de La Punta. H. G.
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