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En la democracia analógica
diseñada durante la incompleta transición española los partidos políticos eran
determinantes. El partido político se constituía como uno de los ejes
fundamentales del pluralismo. Era normal ya que era el partido como colectivo
de personas era el que amparaba mediante su solidaridad a quienes sufrían
alguna persecución política durante la represión franquista por ejemplo.
Además era el único método de poner algo de orden en el caos ideológico de la
transición con miles de propuestas diferentes.
Para ello se diseñó por los
herederos demócratas del poder franquista una estrategia de mayorización.
Lógicamente bajo vigilancia franquista se hizo desde una perspectiva
conservadora y que favorece a los partidos conservadores. La estrategia
consistía es un sistema electoral que busca la concentración de voto y evita su
dispersión. Esta idea era también lógica en aquella época. Había que ordenar
las ideologías en algunos pocos cauces amplios dentro de la dificultad de España
que tiene vectores tanto identitarios como ideológicos.
Así, el PARTIDO se
convirtió en el dueño y señor de la situación. El PARTIDO es quien decide
quien va en las listas y por tanto quien es elegible. El PARTIDO decide algunos
cargos que no son elegidos directamente. El PARTIDO decide cómo se gasta el
dinero que pagamos entre todos. Dominar el partido supone dominarlo todo.
Esto se da por sentado
aunque existen modelos democráticos totalmente diferentes donde miembros del
mismo partido votan cosas diferentes. Pero finalmente, es el partido el que
domina tu pensamiento. La disciplina de voto supone que debes votar lo que te
diga el PARTIDO. En España se considera positiva la obediencia de voto. Se
dice que “no habrá fisuras”. No se permiten disidencias. Se expulsa a personas
que votan de acuerdo con su conciencia. Y parece que todo eso está bien. Y no
solamente se hace respecto a personas. Ni siquiera se permite la disidencia de
partidos como la del PSOE y PSC. Ni siquiera eso. El problema es que los PARTIDOS
están enfermos y han hecho enfermar a todo el sistema democrático. Para mi la
única solución es ir derrocando a los mayoritarios y dispersar tanto el voto
que la conciencia propia sea más importante que el partido en una competencia
democrática más amplia y menos cerrada.