La directora del IVAM,
Consuelo Ciscar, el director del MAC de Fortaleza, José Guedes,
el artista valenciano, José Morea, y el comisario de la muestra,
Vicente Jarque, han inaugurado en el Museo de Arte Contemporáneo Dragao do Mar
de Fortaleza, Brasil, la exposición
Las Américas de Morea.
La muestra, que reúne más de 100 obras,
gira en torno a las largas estancias que el artista ha pasado en los últimos
diez años en Brasil y refleja los aspectos más determinantes de su itinerario.
Fiel a su larga trayectoria, dominada por
una orientación en donde se entrecruzan el arte y la vida cotidiana, Morea
manifiesta de nuevo su interés por la mitología y por las leyendas populares
tanto primitivas como actuales, en pinturas que basculan en el marco de una
poética de sesgo neoexpresionista entre los extremos del pop y el arte povera.
Las Américas de Morea, se divide en tres
secciones dedicadas a los enclaves de Salvador de Bahía en los que el artista
estuvo trabajando y que, tomándolos como referencia, articulan la exposición.
La primera sección, Ribeira, reviste el carácter de un primer encuentro, con todo el
deslumbramiento que comportó esa estancia. En Uma visao baiana se hace patente el efecto de aquella experiencia
necesariamente fascinante. Morea
pintaba en aquel momento, en forma de obras emparejadas o en diálogo, retratos,
deidades autóctonas (los orixás),
figuras humanas en situaciones hedonistas (jugando en la playa, o comiendo, a
manera de bodegones animados o naturalezas
vivas) junto a vegetaciones exóticas y otras referencias relativamente
tópicas, que ”Morea reinterpreta, según precisa Vicente Jarque, desde su
personal perspectiva, con su sesgo particular, dominado por las duplicidades y
los dípticos, lo especular y los dobles sentidos, característicamente inspirado
por el entorno específico en el
que se movía.
En la segunda
sección, dedicada a la obra realizada en el espacio de una Chácara o granja brasileña, un espacio exuberante y
semisalvaje, predominan las figuras de
animales y vegetación. Las figuras humanas, en
concordancia con el tono general de este período, adoptan formas enigmáticas, y
Morea las sitúa frecuentemente detrás de los enrejados o celosías
característicos del lugar.
En la tercera sección,
se incluye la obra realizada en el barrio de Nazaré, ubicado en la empobrecida
y emblemática zona del Pelourinho,
llamada Ladeira do Desterro, y último estudio de Morea en Salvador, la atmósfera
se torna más sombría. Siguen apareciendo retratos y celosías, pero se desvanece
el entusiasmo experimentado años atrás en Ribeira. El artista refleja un
espíritu más meditativo,
determinado por el contexto
urbano duro y marginal, en el que está situado.
“La estrategia de Morea, ha continuado Vicente
Jarque, es representar la experiencia humana en todas sus dimensiones, y esto
lo hace, además, entendiéndola a manera de un ‘continuum’ permanentemente
interrumpido, como una incesante sucesión de experiencias particulares de
distinto signo, y ello sin pararse a respetar demasiado las jerarquías entre lo
alto y lo bajo, lo grande y lo ínfimo, lo bello y lo feo, lo sagrado y lo
profano. Una actitud que no podía
sino encontrar en Bahía,
precisamente en Bahía, el terreno más idóneo para fructificar”.
“Asistimos, ha añadido Consuelo
Ciscar, a un recorrido expositivo que nos invita a viajar, a compartir
experiencias y a vivir aventuras por tierras brasileñas a través de unos
lienzos que se abren como ventanas literarias a la realidad de un continente
lleno de matices capturados por la personal mirada del artista”.
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