Jaime Navarro. /EPDA Miedo da esta última semana ver cómo unánimemente la mayoría de medios de comunicación convencionales, los cuales en su mayoría dependen en buena medida de los ingresos políticos -en Internet es otra historia, ahí, y pese a la censura, los jóvenes comunicadores o "streamers" expresan las más diversas y particulares opiniones- pues como digo, aterra contemplar como se puede montar un escándalo en los "mass media", por que se pueda ofrecer a una embarazada la posibilidad de oír el latido del corazón de su bebé. O una ecografia en 4D del mismo. De ese niño o niña por nacer.
Adviertase que es solo eso: ofrecer la posibilidad. De disfrutar, sí se quiere, de estos avances científicos. Pues obviamente ya no estamos en los años 60 en que la presencia del "nasciturus" era mucho más incierta u oscura. Cuestión que hoy han superado, por ejemplo, las populares empresas privadas que ofrecen estas
superecografias con máximo detalle del físico de nuestra niña o niño por nacer. Y desde los primeros estadios de su vida. Pues como ya sentaba la popular zarzuela, " es que las ciencias adelantan que es una barbaridad..." Nos guste o no nos guste.
Por eso asombra este ejército de periodistas y políticos, que sólo parecen coincidir en que las madres y padres han de permanecer en el pasado o en la ignorancia; es decir en aquellos años del pasado siglo, estos sí, por cierto, obligando a tales padres o madres a que no puedan, en modo alguno, disfrutar de estos últimos avances científicos. Por lo que se convierten, sin duda, en un nuevo Santo Oficio que pasa a proscribir la ciencia y el conocimiento de raíz. Y en general, las más recientes evidencias científicas en esta hermosa materia.
Lo que cabría preguntarse es con qué fin o propósito, o con qué motivo, manifiestan ese fanatismo cuasireligioso y cuasiunánime, para impedir a toda costa que los actuales padres o madres puedan tener mayor conocimiento sobre sus niños o niñas por nacer; precisamente en nuestra época, en que tanto se predica, por otro lado, la transparencia.
Que cada uno pues extraiga su propia conclusión.
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