Yolanda Sánchez. EPDA La noche del
26 de mayo todos sabíamos que tendríamos que sentarnos a hablar,
todos sabíamos que tendríamos que sentarnos a negociar.
El
PSPV-PSOE había subido 199 votos, lo que era un reflejo del trabajo
llevado a cabo en la legislatura anterior y lo que suponía que
éramos el único partido de la corporación local que había subido
en número de concejales.
Los
resultados de esa noche electoral podrían ser objeto de muchas
lecturas, pero lo más importante era la necesidad de pactar para
llegar a un acuerdo, porque así lo habían decidido los electores,
ese era el mandato del pueblo de Albalat dels Sorells y ese era el
objetivo que nos marcamos.
Pasaron unos
días, no muchos, lo suficiente para recuperarnos de la resaca
electoral y nos pusimos a trabajar. Se constituyó el equipo
negociador y se produjeron los primeros contactos. Estábamos
ilusionados y responsabilizados para continuar trabajando para el
pueblo.
El “timing”
era diferente al de las negociaciones del 2015, de hecho había dos
plazos para llegar a un pacto. El primero de ellos finalizaba el 15
de junio y tras tres reuniones no se pudo alcanzar un acuerdo
satisfactorio para las dos partes. Estuvimos muy cerca, dos flecos
impidieron llegar a ese sábado con un documento común. La decepción
era palpable ese día, no sólo en nuestro equipo, sino también en
los miembros de Compromís. Fue una investidura fría, en la que el
Alcalde fue elegido únicamente por sus concejales. Pero el tiempo no
había terminado, teníamos que alcanzar un acuerdo y la segunda
parte del partido comenzó nada más terminar la primera.
La ilusión,
las ganas y la voluntad de acercamiento estaban intactas, teníamos
un nuevo plazo, el 15 de julio, la fecha parecía lejana, pero como
siempre el paso del tiempo es inexorable y no podíamos perder una
oportunidad como aquella, una oportunidad que nos habían brindado
nuestros vecinos. La coalición de gobierno de la pasada legislatura
había subido más de 250 votos y eso nos dotaba a ambas formaciones
de argumentos necesarios para seguir trabajando juntos.
Los equipos
negociadores volvieron a reunirse, el acuerdo programático estaba
sobre la mesa y se veía en el estado de ánimo de los equipos
negociadores las ganas de empezar.
Diferencias
de matiz, la impronta que cada uno quería dejar en el papel hacían
que por momentos la cuerda se tensara más de lo conveniente. Pero al
final se impuso la razón, se impuso la responsabilidad que los
servidores públicos tenemos con nuestros conciudadanos, al final se
impuso la voluntad de querer llegar a un acuerdo y de seguir
caminando juntos y hacer de Albalat un pueblo para que cada vez se
viva mejor.
Me gusta
pensar que la voluntad de unos pocos hizo realidad el sueño de
muchos.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia