Yo no entiendo nada. Y mira que me esfuerzo por
intentar comprender que está pasando en el PP provincial de Valencia. Pero por
mucho que lo intente, no llego a explicarme en qué situación se encuentra dicho
partido.
Después de navegar apaciblemente por el Congreso
Regional dónde se aupó de manera unánime a Isabel Bonig a la presidencia del
PPCV, y dónde la provincia de Valencia le aportó el número mayor de avales de
toda la Comunidad Valenciana, unos tres mil quinientos. Después de abrirse el
periodo de los congresos provinciales y durante estos días resolviéndose
también por aclamación la reelección de Pepe Císcar en Alicante y la elección
del ungido Miguel Barrachina en Castellón. Llegamos a Valencia y se produce una
tormenta perfecta inexplicable y torticera.
El actual presidente provincial Vicente Betoret, que
legítimamente anuncia hace meses que volverá a optar al cargo para así hacer
ver que su única pretensión se circunscribe a la provincia de Valencia, va y se
encuentra que se arma una candidatura alternativa muy grandilocuente pero con
los pies de barro. La portavoz de la Diputación y ex alcaldesa de la Pobla de
Vallbona Maricarmen Contelles se lanza al ruedo amparada por todo el rusismo
rampante y parece ser que por la dirección regional.
En un partido como el PP, ¿cómo se justifica el
montaje de una candidatura alternativa al presidente de turno? ¿qué argumentos
de peso hay para verse en la obligación de poner sobre la mesa un proyecto
diferente? A mi entender y el de muchos de los que asistimos alarmados a toda
esta mascarada, sólo cabe el quítate tú para que me ponga yo. Y además
pervirtiendo el sistema al optar desde el minuto uno por una candidata del
aparato, del viejo y del nuevo.
Por tanto nos lanzan a unas primarias viciadas y que
supondrán la fractura interna de la provincia de Valencia. Una supuesta
elección entre candidatos que la oficialidad se ha encargado de embarrar, ya
que se brama por la libertad de elección y a la par se opta por la dedocracia como
sistema único. Votemos, pero que sepas que la candidata oficial que toca es la
Contelles… Muchas primarias pero poca democracia.
Además, esto del nepotismo es de órdago. Lanzan al
ruedo a la portavoz de la diputación de una manera abrupta y tras reventar una
Junta Provincial, y desde el minuto uno la organización juvenil popular, más
conocida como Nuevas Generaciones pero poco conocida por su labor
cívico-política, se pone a las órdenes de la pretendiente oficiosa. Incluso el
Presidente del Comité de Derechos y Garantías del partido abandona su atalaya
aparentemente independiente y se suma a la estrategia pro Contelles.
Y con estas actitudes se embarra el terreno de juego.
Sinceramente, creo firmemente que sólo regado por una de las partes en liza.
Hasta saliendo a la prensa y denunciando que el partido provincial ha ido a
rebuscar papeles a su ayuntamiento contra ella… ¿Es de recibo que la señora
Contelles llegue a estos límites? ¿No existe en la regulación interna del PP
herramientas para condenar estas actitudes? ¿En un partido normal, con los
Estatutos en la mano, Contelles no estaría en la picota?
Vuelvo al principio, no entiendo cómo se ha querido
llegar a esta situación. Desconozco que ha hecho Betoret para que se le
orqueste esta campaña de acoso y derribo. Si el argumento es que él defendió a
Rita Barberá y denunció el error de las líneas rojas respecto a las expulsiones
de aquellos encausados en casos presuntos de corrupción, contraviniendo lo
dictado primero por Fabra y luego por Bonig, pues mal me lo fían. Si la causa
de todo este embrollo es que ciertos mandamases del aparato se repartieron en
vida la herencia de un Betoret que creía muerto por una supuesta implicación
judicial, y que al no darse esta coyuntura, se han visto descubiertos y para ellos
ya no hay posible vuelta atrás, pues bien penoso es.
Que mediten los responsables últimos de poner al PP de
la provincia de Valencia en este traumático oscuro callejón. La torpeza y
fragilidad que está demostrando la dirección regional, enfrentándose
arbitrariamente día sí y día también a la calle Génova, y abonando la ruptura del
partido en Valencia, es de nota. Que la unidad, el orgullo y el sentido común
vuelvan a un PP valenciano muy necesitado de todo ello.
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