Amaia y Alfred, al terminar su actuación en Eurovisión, sin beso. FOTO RTVE.ESTVE tiene motivos para estar contenta. Más de 7 millones vieron Eurovisión, con una cuota de pantalla del 43'5% de share -más de 30 por encima de su principal competidor, 'Sábado Deluxe'-, vieron este año el festival geopolítico de Eurovisión, la gala más vista de los últimos 10 años. El fenómeno de Operación Triunfo y el morbo generado por la pareja musical más mediática del momento, Amaia y Alfred, son la razón por lo que España volvió a conectarse masivamente con un festival que nos castiga año tras año. En esta ocasión, con el puesto 23 de 26. Pero, ¿por qué éste y el resto de varapalos recientes?
Lo primero, se equivocaban -por segunda vez tras el 'Europe's living a celebration' de Rosa López, tras vencer la primera edición de OT- quienes pensaban que el fenómenos de OT se trasladaría a Eurovisión. Al resultado, desde luego, no. Ahora bien, si lo que se buscaba era audiencia, ¡bingo! Rosa paralizó esa noche España con el 80'4% de share y 12'7 millones de espectadores y Almaia lograba el mejor dato en 10 años tras el éxito en audiencia y resultado de Rodolfo Chikilicuatre.
En segundo lugar, 'Tu canción'. La mía, no. Ni la de ellos, la de los jurados ni el público europeo. Era una canción insulsa, ñoña, sin contenido, sin chispa, sólo para consumo de 'Triunfitulandia' y poco más, como ha quedado patente en el resultado. ¿Qué más da si Amaia y Alfred son pareja? Si en Europa nos presentaron a dos gais bailarines, a una 'Beyoncé' made in Chipre, a varios cantantes jóvenes y guapos, sin olvidar la extraordinaria puesta en escena y música de 'Toy', la canción de la representante de Israel, Netta, con mensaje en contra del 'bullying'.
La puesta en escena es el tercer fallo garrafal. Cero imaginación. Nada. Los dos representantes de España lo hicieron bien, pero comparativamente con las escenografías de la mayoría de los países, España hizo el ridículo. Ni un castillito de fuegos artificiales, ni unas letras apareciendo por la pantalla, ni un baile especial, ni un vestido que cambiaba de color. Ni un beso. La nada. Cero.
El cuarto es el de la lengua. Si la canción es plana y, además, no tiene mensaje ni se entiende, nos penaliza. El español es el tercer idioma más importante del mundo, pero en este lado del mismo sólo se utiliza en España, de ahí que debamos pensar en cantar en inglés más a menudo, o hacer guiños como hizo Italia este año, yéndole muy bien, por esta razón y también por el mensaje de la canción.
Por último, está el factor geopolítico del festival. La mayoría de países votan a los vecinos, de ahí que España siempre parta con desventaja con respecto a, por ejemplo, los países del Este. Sin embargo, no podemos echar la culpa a este hecho en esta ocasión, porque la canción era mala y la puesta en escena, inexistente.
Por tanto, si de verdad queremos tener opciones, o bien tomamos buena nota, o bien volvemos a apostar por Chikilicuatres -Rodolfo logró una audiencia del 59'3% y 9'3 millones). Así, no ganaremos, pero al menos nos reiremos.
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