La crisis la provocó el sistema financiero americano, que pronto contagió a sus homónimos del resto de países desarrollados y de ahí se extendió como la pólvora por todo el sistema. Los principales culpables del punto en el que nos encontramos, los bancos, observan hipertérritos cómo caen empresas y, con ellas, miles de familias que comienzan a pasarlo mal. O muy mal. No se inmutan. Nos hicieron creer que todo era posible con créditos interminables y ahora han cerrado el grifo. Ni un euro. De ello hablaré largo y tendido en otra ocasión.
En España, donde los políticos no hicieron los deberes cuando correspondía, a la crisis financiera se unía la explosión de la burbuja inmobiliaria. Y en éstas andamos: bastante más de 4 millones de parados y recortes por todos lados, incluidas las pensiones y los sueldos de los funcionarios.
Ay, funcionarios. Sí, ahora el Estado quiere meter mano a los funcionarios. Mariano Rajoy incluso pretende imitar a David Cameron, el primer ministro británico que ha dado el mayor tijeretazo al sistema del bienestar social desde la II Guerra Mundial. El gobierno de Zapatero y las Comunidades Autonómas han comenzado a suspender la convocatoria de oposiciones y tirarán de la bolsa de trabajo.
Pero, ¿de verdad sobran funcionarios en España? De momento, vaya por delante que me parece injusto que se les recorte los sueldos, como si fueran los culpables de lo sucedido. Son, si acaso, víctimas del desastre, de la improvisación, de la venda autoimpuesta en los ojos, de la torpeza de nuestros gestores y de la avaricia interminable de los bancos.
¿Sobran policías? ¿Médicos? ¿Enfermeras? ¿Profesores? ¿Bomberos? ¿Guardias civiles? Lo que sobran son cargos de confianza de políticos, secretarios generales y subsecretarios y liberados de todas las administraciones. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y de las Comunidades Autonómas y Ayuntamientos, son imprescindibles para nuestra seguridad. Nuestro sistema sanitaria es la envidia del mundo, pese a que pueda ser mejorable, no recortando médicos y enfermeras, sino ampliando la plantilla. Nuestra educación es pésima, no por culpa de los abnegados maestros, que sufren las embestidas de alumnos y algunos padres que hacen dejación de funciones. Nuestros bosques necesitan bomberos. Y tampoco sobran guardias civiles, cuyo trabajo es impagable y ni siquiera tienen derecho a manifestarse.
España eligió en la transición convertirse en un país descentralizado, casi federal en la práctica, donde el Estado ha ido transfiriendo competencias, más o menos según la Comunidad Autónoma, de manera que lo que tenemos ahora es fruto de lo que los ciudadanos votaron hace 32 años.
Dicho lo cual, también es cierto que hay funcionarios y funcionarios. La mayoría, competentes y trabajadores. Pero por aquellos que no lo son, sería partidario de introducir medidas para aumentar la productividad de aquellos que le echan mucha jeta, pues una plaza de funcionario no sólo implica derechos, sino también obligaciones. Funcionarios sí. Productividad también. Y el que vaya de listo, a la calle. Pero demagogia, no.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia