Una imagen de la Alhambra desde el Albaycín. FOTO M. F.
La Alhambra, iluminada de noche, en una instantánea desde el Paseo de los Tristes. P. V.
Hay lugares que se hacen para ser recordados, para saborearlos sin prisa en una tarde fría del mes de noviembre. Hay sitios en el mundo que merecen nuestro tiempo, nuestro silencio y nuesta contemplación. La Alhambra de Granada es uno de ellos, como va a quedar de manifiesto en esta primera serie de artículos de 'Crónicas desde Granada'. Si quieren acercarse al embrujo de esta ciudad andaluza, síganme en El Periódico de Aquí.
Después de haberla visitado tanto como para considerarla un poco mía, se la mostraré a través de la palabra y la imaginación para que vayan a visitarla, si nunca lo han hecho, o interpreten mejor, si lo vuelven a hacer, uno de los lugares mas hermosos que ha hecho el hombre.
Decían sus antiguos moradores, en susurros para que la blasfemia no fuese demasiado ofensiva, que era la Alhambra tan hermorsa que los que morían después de haber vivido en ella, elegían quedarse entre sus muros en lugar de marcharse a cualquier otro sitio donde uno pueda ir después de muerto. Cuando vean empezar el día junto a un estanque oscuro cuajado de peces rojos comprenderán que no exageraban los antiguos.
Algunos piensan que este lugar es tan especial porque se ha vivido mucho entre sus muros. Bajo las cúpulas que encierran complejas teorías sobre la concepción celeste del Islam se han cometido crímenes horribles, orgías, traiciones e intrigas, se han vivido hermosos amores, incluso sonadas relaciones homosexuales y se han juntado realidades que nos venden como irreconciliables: lo islámico, lo judío y lo cristiano. Si pasean en silencio, acompañados de alguien discreto que no haga mucho ruido, podrán escuchar a lo lejos los susurros lejanos de todas aquellas palabras que hacían vivir estos espacios.
En 1832 el neoyorquino Washinton Irving, despues de habitar una temporada en el corazón del complejo palaciego, editó Los Cuentos de la Alhambra, una recopilación de las viejas historias que los moradores de la fortaleza contaban a sus hijos y nietos. Historias de sultanes implacables, princesas enamoradizas y algo casquivanas, caballeros valientes que mataban por una mirada... Irvin conoció muy bien Granada, fue considerado uno de los primeros hispanistas de su país, aunque los cuentos alhambreños no pretendieron mostrar la realidad del monumento, más al contrario, la ocultaron bajo una fantastica capa que iremos desvelando a medida que nos adentremos en la historia y significado del "Palacio Rojo". Si gustan de este tipo de literatura, podrán encntrar esta obra por un módico precio en cualquier librería o feria del libro.
Aproximación histórica
La Alhambra es una ciudad, una fortaleza, y un conjunto palaciego que empezó con unas aspiraciones muy humildes. Su construcción se inició en el siglo XII, aunque algunas prospecciones adelantan al siglo IX su inicio. La antigua alcazaba granadina estaba situada en el barrio del Albaycin. Frente a este, en la colina llamada de la Al Sabyka, la monarquía inició una construcción defensiva que pretendía aprovechar su buena ubicación. Poco a poco, lo que empezó siendo una empalizada, se convirtió en un sofisticado sistena defensivo en el que los sultanes encontraron un enclave ideal para expandir sus apetencias humanas, lejos de las intrigas de los viejos palacios albaycineros. Paulatinamente, a la sombra de los torreones, crecieron esmerados palacios que acabaron por arrastrar a la Alhambra la ciudad cortesana. La vieja alcazaba del Albaycin quedó semiabandonada, como un espacio de segunda en el que, segun las malas lenguas, acababan sus días aquellos parientes que se hacían incómodos, como la madre demasiado entrometida, la esposa demasiado celosa, ambiciosa o libertina, un hijo poco capaz... en fin, las cosas del poder.
Los sultanes más conocidos son Yusuf I y su hijo Muhammad V. Son los autores de los palacios de Comares y Los Leones, respectivamente, y son también protagonistas de un periodo esplendoroso para el reino de granada y para la Alhambra (siglo XIV), en el que el refinamiento artístico y cultural se combinó con una agitada vida política que premonizaba la decadencia de la dinastía Zirí. Esta es la época en que las salas se recubrieron de miles de frases, poemas y suras del Corán en caligrafía cúfica que aún hoy no se han descifrado. Un equipo de investigadores del CSIC anunciaba que en la actualidad solo se conocen un tercio de las 10.000 frases valoradas.
Es en esta época cuando se desarrolló un curioso episodio de la historia granadina. Una de las piedras mas preciadas del tesoro real Nazaí salió de Granada para ocupar la cruz central de la corona real inglesa, es la conocida "Espinela del Príncipe Negro" un rubí de extraordinarias dimensiones.
Guerra civil
A mediados del siglo XIV la Alhambra fue testigo de una cruenta guerra civil entre Muhammad V, Ismail II y Muhammad VI ( tío, sobrino y cuñado del sobrino, respectivamente). Muhammad V fue depuesto por su sobrino Ismail II, con la ayuda de su cuñado, y futuro asesino, Muhammad VI ( hermanastro de Muhammad V para más inri). Ismail II era débil de carácter y con pocas dotes políticas; fue asesinado en 1359 por quien le puso en el trono, Muhammad VI. Éste gobernó el reino durante un corto periodo hasta el regreso del depuesto rey Muhammad V desde su exilio marroquí. Los dos reyes se vieron enfrentados en una lucha cruel dificil de ganar. para conseguir su objetivo acudieron a Sevilla donde Pedro I el Cruel había instalado su esplendorosa corte. Los dos reyes granadinos se disputaban el favor del poderoso monarca castellano. Para obtener ventaja en el apoyo, Muhammad VI se desplazó a los Reales Alcázares de Sevilla con buena parte de las joyas del tesoro real de la Alhambra.
Pedro Pérez de Ayala en su Crónica de Don Pedro de 1362 cuenta que el 16 de abril el rey Cruel organizó la matanza de los 37 caballeros granadinos que componían la comitiva, siendo él mismo quien alardeó de dar muerte y cortar la cabeza al rey Muhammad VI. Se la envío a Muhammad V a la Alhambra pinchada en una pica. Resultó evidente que los rubíes y resto de joyas de la Alhambra no le sirvieron a Muhammad VI. Posteriormene, Pedro I, enfrascado en su propia guerra civil contra Enrique II, usó estas joyas para obtener el apoyo del príncipe de Gales, conocido como el "Principe Negro" y vencer a su contrincante.
Son muchas las historias que han girado en torno a la Alhambra, sirva ésta como aperitivo de lo que, poco a poco, iremos desgranando sobre el presente y el pasado de la Alhambra.
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