Susana Gisbert/EPDA Todo
el mundo sabe qué es una colada. Lo sabe, y lo sabía de siempre, aunque ahora
la palabra haya adquirido una acepción nueva que poco podíamos haber imaginado.
La
colada, era -y es- la ropa que teníamos por lavar, o la que que ya habíamos lavado.
Es decir, algo tan cotidiano que una no se para a pensar. Pero, de pronto, en
estos tiempos en que pasan cosas que jamás habríamos imaginado, un volcán se
pone en erupción y descubrimos que “colada” es la masa de fuego y destrucción
que avanza por tierra y mar sin que nadie pueda evitarlo. Como si se tratara de
una cruel broma del diccionario, la colada es de lava, algo más que la tercera
persona de indicativo del verbo lavar. Pero esta lava y su colada no tienen más
relación con la limpieza que la de que limpian de vida todo lo que encuentran a
su paso. Pura paradoja.
Pero,
al igual que nos hemos acostumbrado a oír hablar de cosas como lava, colada,
ceniza, sismo, terremoto, erupción, lengua o evacuaciones, nos hemos
acostumbrado a ver esas imágenes que antes nos impactaban. Empezaron abriendo informativos
y ocupando gran parte de su tiempo, fueron perdiendo minutos y ahora se limitan
a una imagen pequeña sobrepuesta a un lado de la pantalla mientras las demás
noticias siguen circulando. No es que no les dediquen atención, pero cada día
le hacemos menos caso. Y no sé si es ley de vida, o la naturaleza humana, que
se hace a todo.
No es
la primera vez que pasa. Y no será la última, desde luego. La actualidad y la
inmediatez de oferta y demanda de noticias exige mucho, y la batalla de las
audiencias todavía más. Así que hay que prestar atención a otras cosas mientras
la situación sigue alarmando tanto o más.
Es
evidente que no se pude parar el mundo, aunque para muchas personas que viven
en La Palma se haya parado, y eso es lo que no podemos olvidar. No podemos
dejar de pensar en el drama humano que supone toda esa pérdida.
Recuerdo
que alguien dijo que el guionista de 2020 se había lucido. Pero el de 2021 le
anda a la zaga. Me empieza a costar bromear con la abducción extraterrestre o el
apocalipsis zombi porque, visto lo visto, todo puede pasar.
Mientras,
no olvidemos a todas esas personas para las que el volcán en la Palma es mucho
más que una imagen impresionante en televisión. Y no solo hoy. Necesitarán
apoyo durante mucho tiempo
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