El Instituto Nacional de Estadística ha hecho
públicos los últimos datos sobre
envejecimiento en nuestro país que, una vez más, reflejan una tendencia que
parece imparable: España ha vuelto a registrar un máximo histórico de
envejecimiento, del 120% o, lo que es lo
mismo, ya se contabilizan 120 mayores de 64 años por cada 100 menores de 16.
Esta cifra supone un crecimiento de 2 puntos porcentuales con respecto al año
pasado, cuando el índice de envejecimiento se situó en un 118%.
La tasa de envejecimiento de la Comunidad
Valenciana coincide con la española y la evolución de ambas en los últimos años ha ido emparejada, con un
crecimiento de 2 puntos porcentuales al año. Actualmente, se contabilizan 120 valencianos mayores de 64 años por
cada 100 menores de 16 (tasa del 120,4%).
En la siguiente gráfica se muestra el
crecimiento de la tasa de envejecimiento de la Comunidad Valenciana:
Contrastan las cifras actuales con las de
finales de siglo XX, cuando la Comunidad era aún joven: en 1985 se
contabilizaban 45 valencianos mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, con
lo que estábamos ante una sociedad en plena expansión y con gran potencial para
crecer económica y laboralmente.
Atendiendo a las provincias valencianas, Alicante
es la que presenta un mayor índice de envejecimiento (126,4%) frente a
Valencia, que es la más joven (116,7%).
Por Comunidades Autónomas, vuelve a liderar
el ranking de envejecimiento Asturias,
con un índice del 214% (214 mayores por cada 100 menores de 16), seguida de
Galicia (195,2%) y Castilla León (193,5%). En el otro lado, Ceuta y Melilla, Murcia, Baleares y
Andalucía son las únicas regiones con una mayor proporción de jóvene
La relación cotizante-pensionista, en mínimos
Desde el año 2000, España es un país envejecido, lo que significa que
cuenta con más personas senior que
jóvenes. El aumento de la esperanza de
vida y la disminución de la tasa de natalidad son los principales causantes
de esta realidad.
Se calcula que en 2030 los
mayores de 65 supondrán el 30% de la población, frente al 18% actual. En
este momento, cuando empiecen a jubilarse en masa los babyboomers (nacidos entre 1958 y 1977), unas cohortes
sensiblemente más reducidas deberán soportar el coste de la atención de las
pensiones y sus cuidados sociosanitarios.
Según Francisco Mesonero,
director general de la Fundación Adecco: “la relación cotizante-pensionista
es actualmente de 2,2, considerándose una
ecuación sostenible a partir de 2,5 contribuyentes por cada jubilado. Si
continúa esta tendencia, para 2052 se estima que, por cada persona inactiva,
habrá poco más de una persona trabajando, lo que sin duda pone en peligro la
sostenibilidad de nuestro sistema”.
Ante esta realidad, Mesonero destaca que: “urge tomar medidas
que frenen los efectos de este envejecimiento imparable: alcanzar acuerdos de
Estado y dedicar un mayor porcentaje del PIB a la familia, impulsar políticas
activas contra la discriminación por la razón de edad, sensibilizar al tejido
empresarial para que apueste por la fuerza laboral senior, y empoderar a
los demandantes de empleo de más edad para que adquieran herramientas clave que
les permitan competir en el mercado del siglo XXI”.
Dificultades para dar respuesta a una fuerza laboral en
aumento
A la luz de las cifras expuestas en los apartados anteriores, queda
patente la necesidad de apostar por la fuerza laboral que, hasta el momento, ha
sufrido más discriminación en su acceso al empleo, principalmente los mayores
de 55 años que experimentan exclusión laboral como consecuencia de su edad.
En este contexto, la Fundación Adecco alerta
de la incoherencia que tiene, en esta coyuntura, discriminar laboralmente a los
desempleados de más edad. Según Francisco
Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “no sólo es un
contrasentido demográfico, sino que ponemos en peligro nuestro Estado del
Bienestar. La prioridad nacional debe ser la implementación de políticas
activas de empleo que empoderen a los desempleados seniors, mediante formación,
acompañamiento y recursos clave que les permitan actualizar sus competencias y
convertir su experiencia en un valor añadido”.
En la misma línea, Mesonero comenta que: “cada año aumenta el volumen de
desempleados mayores de 55 años que acuden a la Fundación Adecco en búsqueda de
un empleo, pero tenemos serias dificultades para darles respuesta. No existe
suficiente foco político y social en un reto tan crítico para la sostenibilidad
de nuestro mercado laboral”.
Asímismo, Mesonero advierte la necesidad de
estimular la participación de los segmentos de la población hasta ahora más
inactivos (mujeres, personas con discapacidad, etc), para compensar la falta de
relevo generacional y garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema,
particularmente en lo que respecta al mantenimiento de las pensiones.
Poner en valor la edad
En línea con la coherencia demográfica, la edad laboral tenderá a
incrementarse, para compensar la falta de relevo generacional. Algo que, según
Mesonero: “es la consecuencia lógica de una nueva coyuntura económica y
demográfica, en la que la esperanza de vida está alcanzando cifras récord. Sin
embargo, es necesario renovar la visión que se tiene de un trabajador senior,
haciendo hincapié, poniendo en valor cualidades como la experiencia, la madurez
o la templanza y reforzando sus conocimientos para que no se tornen obsoletos.
Además, hay que insistir en la riqueza que supone el intercambio generacional
para cualquier organización. De hecho, en países como Japón apuestan por
contratar septuagenarios, por considerar que tienen una mayor conciencia del
trabajo, un reforzado sentido de la responsabilidad y una mayor capacidad de
esfuerzo, algo que se complementa muy bien con el espíritu innovador y la
frescura de los jóvenes”.
Por ello, las empresas, los poderes públicos y la sociedad en general,
deberán asumir otros importantes retos para adaptarse a la fuerza laboral
emergente:
·
Sensibilizar
a la sociedad y al tejido empresarial, acercando los valores de los trabajadores mayores de 55 años (madurez,
experiencia, templanza) y renovando la visión, a menudo desfavorable, que se
tiene de la fuerza laboral más senior.
·
Estimular
la incorporación al mercado de los sectores de la población tradicionalmente
más inactivos: personas
con discapacidad, mujeres, etc, para contrarrestar la pérdida de los activos
más jóvenes.
·
Promover
medidas de conciliación: horarios
flexibles, prestaciones de maternidad y otros subsidios que garanticen que las
familias pueden compatibilizar el empleo con el cuidado de los suyos.
·
Promover
políticas que incidan en un estilo de vida saludable, mejorando la calidad de vida y ayudando a prevenir
enfermedades en las personas de más edad.
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