La planta de Cemex BuñolDesde
el año 2004 y gracias a las “ autorizaciones medioambientales”
la multinacional mejicana ve aumentada de manera significativa la
cuenta de resultados mensual, aprovechando la quema de todo tipo de
residuos de desecho y químicos, ya que utiliza estos como
combustible para el proceso de fabricación, resultando más barato
que el uso tradicional del coque o materias del carbón; por otra
parte recibe los ingresos de la venta de dichos residuos ( 80%
Cataluña), más el ahorro en el canon de las emisiones de CO2 que
originan los derivados del petróleo y por último paradójicamente
recibiendo subvenciones de las administraciones públicas por la
propia actividad de quema de residuos; a simple vista un negocio
redondo por encima del interés general.
Uno
de los argumentos del sector y de los responsables autonómicos es
que la incineración de residuos supone menores emisiones de CO2. No
les faltaría razón si sustituyen el derivado residual tradicional
del carbón por otras materias primas como las muy empleadas harinas
cárnicas, que según un artículo de opinión del actual alcalde de
Valencia Joan Ribó y antiguo delegado de medioambiente por Esquerra
Unida publicado en el diario Levante el 19-10-2001, “la quema de
estas harinas es un riesgo grave para la salud”, además de otros
derivados del petróleo como plásticos, aceites, neumáticos,
textiles o disolventes, que no están del todo regularizadas y
carecen de estudio público sobre el impacto en la salud de las
poblaciones vecinas.
Investigaciones
realizadas por el instituto de salud de la Universidad Carlos III de
Madrid, además de un estudio científico publicado recientemente en
la prestigiosa revista “
environment international”
concluyeron que existe una probabilidad mucho mayor de contraer
cáncer en las núcleos poblacionales situados cerca de los centros
de incineración de residuos; además destacar el estudio realizado
por el catedrático e investigador de la Organización Mundial de la
Salud Nicolás Olea en varias cementeras de nuestra geografía, en
el que determinó ver "directamente relacionadas" las
emisiones de ftalatos (sustancias añadidas a los plásticos para
incrementar su flexibilidad), con los casos de cáncer en un radio de
varios km a la redonda.
El
número 64 de Daphnia
- boletín de información sobre seguridad y medio ambiente de
Comisiones Obreras-, manifiesta que la introducción de cambios en
el proceso de fabricación del cemento mediante la introducción de
otros combustibles, sin tener en cuenta factores como temperatura del
horno y ritmo de alimentación, produce alteraciones espontáneas de
la combustión y en la depuración, siendo una de las causas más
comunes de dicha variabilidad, la repentina liberación de la
acumulación de sólidos en la cementera, que ocurre con mayor
probabilidad con la combustión de residuos peligrosos. Los sistemas
de depuración de la contaminación que filtran las emisiones de la
chimenea en las industrias cementeras, no están capacitados para
retener más sustancias (en cantidad y diversidad) de las que
habitualmente se emiten a partir de la combustión de combustibles
convencionales.
Durante
la combustión de residuos peligrosos, fracciones de estos reaccionan
entre sí formando nuevas sustancias de base de carbono, llamados
«productos de combustión incompleta» (PCIs). Se estima que sólo
se han logrado identificar entre el 1% y el 10% de todos los PCIs que
se conocen que existen en las emisiones de las chimeneas de
incineradoras de residuos peligrosos, e incluso menos en el caso de
los hornos de cementeras.
Los
PCIs de mayor peligrosidad de los hasta ahora identificados son las
policloradas dioxinas y furanos. Estas sustancias tienen tendencia a
formarse tras procesos de combustión con la presencia de estructuras
de carbono y sustancias halogenadas (principalmente cloradas). Las
dioxinas y los furanos están consideradas como unas de las
sustancias más peligrosas conocidas por su toxicidad. Se han
detectado niveles en torno a 180 partes por trillón en la ceniza
volante de una cementera quemando residuos clorados, según el
Estudio Nacional sobre Dioxinas realizado por la Agencia de Medio
Ambiente de EE.UU.
Una
vez dispersos en el medio, las dioxinas y furanos tienden a
concentrarse en los tejidos de los organismos vivos, aumentando según
se asciende en la cadena alimenticia. Las especies situadas en lo más
alto de la cadena actúan como reservas para dichos compuestos,
especialmente por la tendencia a acumularse en los tejidos adiposos
(leche materna, grasas, etc.).
Durante
los procesos de combustión, y particularmente en las cementeras que
queman residuos tóxicos y peligrosos, se generan pequeñas
partículas de materia, las cenizas volantes, que arrastran consigo
hacia la chimenea numerosos productos de combustión incompleta.
Muchas de estas cenizas pueden ser retenidas por mecanismos de
control de la contaminación (ciclones, filtros de mangas,
precipitadores electrostáticos o lavadores de gases), mientras que
el resto (dependiendo de su tamaño y su naturaleza) se emite al
exterior.
Los
estudios más recientes demuestran que la peligrosidad de las
partículas está más asociada a su tamaño que a su volumen. Las
partículas más pequeñas (particularmente las menores de 10 micras
de diámetro) tienen gran facilidad para adentrarse hasta los
pulmones y depositarse allí. Los metales pesados no son ni
destruidos ni detoxificados en un proceso de combustión, por lo que
las cementeras que incineran residuos peligrosos solamente
redistribuyen dichos metales, mediante su expulsión a la atmósfera
o en los productos y subproductos.
Entre
los metales de mayor peligrosidad, por ser carcinógenos o causar
daños al sistema neurológico, pulmonar o reproductivo, suelen
encontrarse el cadmio, cromo, níquel, talio, mercurio, plomo y zinc.
Todos, a su vez, son tóxicos tanto de forma aguda como crónica para
el medio acuático y terrestre. Los metales presentes en exceso en
las plantas o cultivos se acumulan a su vez en los animales que se
nutren de ellas, entrando a formar parte de la cadena alimenticia.
A
falta de realizar un estudio de análisis de datos para comprobar la
existencia de una correlación positiva entre el tipo y grado de
emisiones y el número de casos de cáncer, fuentes del departamento
de oncología del hospital de Manises afirman que Buñol es uno de
los pueblos de la provincia de Valencia con mayor número de casos
registrados de esta enfermedad.
Las declaraciones de un
representante de la Plataforma ciudadana comarcal “Aire Limpio- La
Hoya de Buñol-Chiva”, muestran la indignación y fustración en
el cual se encuentra el colectivo en estos momentos . “ Cuando
gobernaba el Partido Popular en la comunidad, teníamos el apoyo de
la coalición Compromís, ahora que gobiernan ellos, no hemos visto
ningún cambio, al contrario, sospechamos que se ha aumentado el
ritmo de incineración, y el secretario autonómico de medio ambiente
Juliá Álvaro de la formación ecologista Equo, no nos da ninguna
solución, reconociendo incluso que “Cemex tiene mucha fuerza”.
Las
actividades de la plataforma que no han parado desde su fundación,
continuarán con movilizaciones, manifestaciones, charlas ,
reuniones, y en general campañas de concienciación, hasta conseguir
una respuesta y un compromiso claro por parte de las instituciones.
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