Laurence LemoineYa lo sé. Lo confieso. Este título lo he robado. A lo mejor tendría que pagar unos derechos de autor al señor Juan Roig o a los spin-doctors que le han creado ese eslogan. Ese lema, usado por el Valencia Basket Club desde 2011, por la Fundación Trinidad Alfonso que organiza la Maratón de Valencia y seguramente, de manera menos oficial, por los directivos de Mercadona o del Edem, me llama mucho la atención.
Justamente estos días tenía grandes dudas: no sabía si escribir ese artículo sobre las elecciones, el debate, los resultados (que por supuesto he seguido con mucho interés), o sobre el tema de la violencia de género, visto que en Francia ahora se han puesto las pilas y Macron quiere inspirarse en el modelo español de lucha contra esa lacra, o sobre la Maratón de Valencia, que llega otra vez.
Como decidí correr por primera vez esa maratón, entrené muchas horas, durante las cuales he tenido tiempo de reflexionar sobre los pros y contras de tal o cual tema. Al ver varias veces unas pancartas donde se repite el eslogan, pensé que esa frase, “la cultura del esfuerzo”, era un temazo y que, además, ¡me permitía tocar todos los otros temas a la vez ! Práctico ¿no?
Es que, en realidad, es una expresión hiperpotente que, para algunos, representará una letanía oída y repetida desde la infancia y, para otros, una especie de brújula que da sentido no sólo a su trabajo o a su deporte favorito, sino a toda su vida. Porque creo que si la cultura del esfuerzo se aplicara realmente siempre, sistemáticamente y, por cada uno de nosotros, a todo lo que hacemos, seguro que la sociedad, el país y el mundo estarían mejor.
La perseverancia, el gusto por hacer las cosas bien, la búsqueda, no de la perfección sino de lo mejor, de lo más, son seguramente el secreto, o parte del secreto, del éxito: el éxito se cosecha si se cultiva el esfuerzo. Sí. El éxito es un fruto regado por el afán y la perseverancia y que utiliza como abono la paciencia y el trabajo. Así de sencillo.
Si los políticos, los del debate y todos los demás, hicieran el mismo esfuerzo para arreglar verdaderamente los problemas de los ciudadanos que por llegar al poder y mantenerse en él, seguramente la sociedad estaría mejor. Con el tema de la violencia de género, España está demostrando que un esfuerzo colectivo da buenos resultados, pues sabemos que el número de víctimas se ha reducido en más de un 40% en los últimos años.
Y con respecto al deporte, el esfuerzo regular que permite correr, primero 5 kilómetros, luego 10, 15, 25 hasta 42, nos enseña que, con empeño y un poco de sudor, cualquier meta se vuelve alcanzable. Por tanto, que ese mensaje subliminal que podemos leer en varios sitios de Valencia (hasta existe aquí una plaza que se llama “La cultura del esfuerzo”) deberíamos apropiárnoslo, inculcarlo a nuestros hijos y, por qué no, hacer que sea oficialmente el lema, no sólo de los jugadores del basket o de los corredores de la maratón, sino de todos los valencianos. ¿No os parece?
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