La semana pasada, el domingo, tuvo lugar la Diada de Cataluña, fiesta de los catalanes, como lo pueda ser el día de Valencia, de Madrid o de Andalucía.
Este día ha sido utilizado por los partidos nacionalistas/independentistas para hacer política con los símbolos, es decir, que la bandera, el idioma y el pertenecer o vivir en una ciudad o en una región son posesiones de ese partido.
A parte lo que hacen es apropiarse del sentimiento de pertenecer a una región, primero hablan como si ellos representaran a todos los ciudadanos: ‘‘los catalanes estamos hartos de que se nos imponga el castellano”.
O sea que todos los catalanes son ellos. Después de eso se inventan una agresión, porque, no se olviden, el nacionalismo funciona creando ofensas y envidias que no existen y para eso, si hace falta tergiversar la historia se tergiversa, como cuando dábamos en el colegio la fantasmagórica ‘‘confederación catalo-aragonesa’’ de la Edad Media. Si no se la inventan como cuando dicen que en Valencia no se hablaba castellano hasta Felipe V. Otra mentira.
Después de esto viene el idioma. Para un nacionalista la primera arma es el idioma ¿por qué? Porque el idioma es la herramienta de la cultura escrita. Si dices que en Valencia se habla catalán, tienes un idioma que homogeniza un territorio e iguala a sus habitantes en ese campo, después de eso viene la literatura y la cultura. Si hay cultura y hay sociedad hay política y ¡zas! Ya tenemos los Països Catalans. Esto, PSC, CiU, Esquerra Republicana de Cataluña ( aquí con el antifaz de ERPV) lo tienen clarísimo, no así el BLOC ya que cada día 9 de octubre tienen un berenjenal de banderas, difícil de aclarar. Total que ya tenemos un país inventado, con un solo idioma que misteriosamente se para en las fronteras políticas y una agresión: la de España.
España es un ente maligno que se dedica a invadir territorios y erradicar su idioma y su historia. Por supuesto, cuando un castellanoparlante llegaba a la frontera, se encontraba con un muro invisible y al otro lado otra persona que hablaba distinto. Si lo cruzaba, automáticamente, se ponía a hablar ese otro idioma.
Así que mentira, fobia, apropiación de cultura y odio es lo que lleva a que cada vez que se celebra la Diada un grupo de degenerados queme banderas españolas y por supuesto, los políticos nacionalistas, vividores de esta historia, sacan a pasear sus miserias. Y este, señores, es el truco para que los líderes nacionalistas vivan del cuento desde hace ya más treinta y tres años.
El problema es que, mientras los nacionalistas viven de las arcas del Estado (de España) enfrentan a los ciudadanos entre sí, por problemas que no existen y descuidando, por lo tanto, los que sí que importan.
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