Exposición "Sorolla, una nueva dimensión"./EPDALa exposición
'Sorolla, una nueva dimensión' encara sus últimas semanas en
La Base de La Marina de València. La muestra, que abrió sus puertas el pasado mes de junio, ya ha logrado atraer a más de
55.000 visitantes, entre los que se encuentran más de
200 escuelas, instituciones y asociaciones.
Este concepto expositivo que ha sido pionero en Valencia, emplea los últimos recursos tecnológicos para generar una
experiencia totalmente inmersiva e interactiva, que permite acercarse al artista valenciano y su obra de forma sensorial.
"Una exposición diferente, el arte digital te hace vivir una experiencia distinta a lo que estamos acostumbrados. Parece que estés dentro de los cuadros", dice una de las muchas reseñas que se han ido recogiendo de las personas que han pasado por la muestra y se han acercado a la figura y obra Joaquín Sorolla en los más de
2000 m2 de espacio expositivo.
A lo largo de siete salas de grandes dimensiones, la exposición permite conocer a la familia de Sorolla, la Valencia de su tiempo y el entorno social y artístico de la época y, a la vez, ver cómo las pinturas del maestro cobran vida en la sala inmersiva o entrar literalmente en sus obras gracias a la realidad virtual.
Sin duda, la sala más inmortalizada es la inmersiva, que cuenta con una
proyección envolvente 360ºde más de 1000 m2, cuyas imágenes están acompañadas por una banda sonora compuesta ad hoc por el músico y productor Rafel Plana, y está repleta de referencias musicales de la época.
La muestra presenta también seis piezas de artistas digitales que interpretan a Sorolla utilizando nuevas herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial, la animación y el grafismo para dar una visión actual de lo que representa la obra del pintor valenciano en su creación diaria.
Además, la experiencia ofrece la ocasión de colorear una pequeña obra y verla proyectada en una pantalla de grandes dimensiones, convirtiéndola en un cuadro de Sorolla, una actividad que a triunfado entre los más pequeños; o la de sacar una fotografía "sorollizada", en el fotomatón instalado en el recinto que convierte un selfie en una pintura del artista.
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