La Gran
Valencia fue un proyecto que pretendió unir la ciudad de Valencia con el resto
de municipios de su norte y de su sur en un gran ente supramunicipal que
prestase servicios y que tuviese jurisdicción en todos los términos municipales
que bajo la institución quedarían amparados. Poco recorrido tuvo, pero el
tiempo nos pone a todos en nuestro lugar, y vaya si lo ha hecho.
En la actualidad, es posible llegar desde Silla a Valencia, andando un buen
trozo eso sí, sin bajar de la misma acera. Metros, trenes, tranvías y autobuses han unido a un millón y
medio de personas, contando las que viven en la ciudad de Valencia y en las
localidades de l’Horta, norte, sur y oeste. La realidad ha superado a la
ficción y muchas veces resulta difícil distinguir si caminas por Alfafar, Benetússer o Sedaví, por Aldaya o por Alaquás o incluso
diferenciar el término municipal de Valencia del de Paterna o de alguna de sus
pedanías.
Como decía,
medios de transporte han articulado a Valencia y su Área Metropolitana pero, ¿qué
hay de las bicicletas?
En la actualidad existen algunos tramos que unen no pocas localidades con la
gran ciudad. Como caso real y de extrema utilidad encontramos el carril bici
paralelo a la CV-400, la famosa ‘ruta del colesterol’ que une el sur de Valencia
con Alfafar, Benetússer, Massanassa, Catarroja y Albal. No obstante, estos
carriles no están conectados con otros existentes en las localidades de L’Horta
Nord o incluso con los que conectan con la cercana Torrent o los de las playas
del Saler.
Si bien la falta de conexión entre carriles se soluciona con un poco de obra
pública, empeño y ganas, el otro problema que nos azota en esto de las
bicicletas es la compatibilidad de sistemas de préstamo. Este problema sólo se
soluciona con cabeza, y con ganas de hacer bien las cosas. Algunos municipios
como Alaquàs, Aldaya, Quart y Xirivella ya comparten un sistema supramunicipal
de préstamo de bicicletas, es decir, un vecino de Alaquàs puede coger una
bicicleta en su municipio y dejarla en cualquiera de los otros tres, y
viceversa. Es lo ideal, pero hay que
extender la idea al resto de municipios del área metropolitana. No puede ser
que Catarroja, por si sola, tenga un servicio que únicamente se puede usar en
un casco urbano de escasos kilómetros cuadrado.
Recientemente,
Unión Progreso y Democracia (UPyD) ha propuesto a todos los ayuntamientos
beneficiados de esta cercanía con la capital (también al de Valencia), que
extiendan el servicio a las localidades
donde todavía no existe, que lo hagan compatible entre si, y que generen y
aseguren una red de carriles y ciclocalles que permita la existencia de un
transporte ecológico, barato, sostenible y seguro para un millón y medio de
valencianos, de la capital y de fuera.
Sobre dos
ruedas sin fronteras, hagamos real lo posible.
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