Paula García
Spanish Benevolent Society. Foto: Gerir Querol-CasablancaNueva York puede ser muchas cosas,
desde una ciudad embriagadora de la que te enamoras a primera vista (o través
de las películas que recurren a ella para sus escenas) o bien la ciudad puede
agotarte si no tienes el espíritu que la urbe emana: fortaleza ante las
adversidades. Porque Nueva York no es fácil para vivir el día a día. Los
turistas picotean la ciudad unos día y las impresiones suelen ser gratificantes
y positivas.
Es una urbe para visitantes; unos se quedan unos días, otros meses
y determinadas personas tal vez unos años, pero es una ciudad de paso. Tanto
para visitantes como para residentes temporales. Siempre suelen llegar el punto
en que aparece una propuesta laboral sugerente en el país o bien fuera de
Estados Unidos o una oportunidad de cualquier tipo para dejar atrás la Gran
Manzana. Dicen que un vez pasas un año en Nueva York ya eres “neoyorkino”. Y
así fue para mí.
Una visa de prensa me permitió
trabajar, estudiar y pulirme en el oficio de periodista, Community manager,
Editora de contenidos para una página web, voluntaria para la Biblioteca de
Nueva York así como voluntaria en diferentes carreras contra el cáncer de mama.
Nueva York me curtió en todos los sentidos. No únicamente de forma profesional
sino también en el ámbito personal.
Uno de mis grandes y gratificantes
descubrimientos fue encontrar, casi de forma casual, una sociedad, una institución fundada en 1868 por españoles y para españoles y todos aquellos que
quisieran conocer la cultura española. La primera colonia de españoles que
llegaron huyendo del final de la guerra de Cuba construyeron un edificio que
sita en el número 239 de la calle 14 (zona oeste). The Spanish Benevolent
Society.
En la calle 14 de Manhattan se levanta
un edificio “brownstone” (de ladrillo rojo oscuro) que alberga a The Spanish
Benevolent Society, conocida popularmente como “La Nacional”. Un lugar donde se
reunían obreros de la construcción, carpinteros, entre otras profesiones en
busca de trabajo y comida. La Nacional les proveía de las dos cosas.
Eran
tiempos buenos en la calle 14 de Manhattan. Pronto empezaron florecer negocios
de todo tipo, desde restaurantes hasta corseterías, pasando por librerías que
ofrecían libros en español y, por supuesto, en inglés. La calle 14 se convirtió
en lo que es ya reconocido como “Little Spain”, una comunidad de españoles y
miembros de comunidades latinas que buscaban prosperar lo que sus tierras de
origen no les dieron la oportunidad.
Luego aconteció la Guerra Civil
española y otra horda de españoles huyó de la quebrada y virulenta España que
estaba famélica y viviendo un conflicto que acabaría en una dictadura. Fue un
nuevo renacer para “Little Spain” o “La pequeña España”.
La comunidad se
ampliaba, había trabajo y ganas de salir adelante como se pudiera. Estas
personas, estas familias dejaron atrás todo para tener una vida digna o, al
menos, tratar de tenerla. Nada fue fácil para ellos. Y The Spanish Benevolent
Society siempre estuvo allí parar la comunidad hispana.
Su tasca se hizo
popular y por un precio módico e incluso gratis, las personas con más
penalidades podían llenar sus estómagos mientras buscaban desesperadamente una
forma de sobrevivir en una ciudad y una cultura totalmente ajena a ellos. Unos
soportaron Nueva York por un tiempo como forma de conseguir recursos económicos
y otros muchos emigraron a otras áreas de Estados Unidos porque Nueva York no
era fácil.
The Spanish Benevolent Society ha
resistido al paso del tiempo. Más de 150 años de historia de personas comunes y
corrientes que lograron de mejor o peor manera la satisfacción de poder crearse
a sí mismas y conseguir sobrevivir en tiempos complejos en sus vidas.
Pese a los altibajos que ha
sufrido la ciudad de Nueva York y sus barrios, el imponente edificio
ha sobrevivido. Gracias a ciudadanos como James Fernandes y Luis Argeo
muchas de estas personas que se criaron en la calle 14 donde La Nacional era el
epicentro han sido “rescatadas” del pasado gracias a libro “Invisible
Inmigrants” (James Fernández -Catedrático de Literatura Española en la NYU y
Director de NYU Madrid-) cuya misión es dar voz a todos aquellos españoles que
contibuyeron en la ciudad de Nueva York para hacer de ella parte de lo que es
hoy.
La misión de La Nacional sigue siendo un vertebrador en la sociedad
española de Nueva York. Mucha gente no la conoce, pese a que en el frontis cuelgan
la bandera norteamericana y la española como símbolo de hermandad entre dos
culturas.
En los archivos de la Spanish
Benevolent Society aún se conservan viejas fotografías, fichas exhaustivas de
las personas que pasaron por La Nacional hace más de 80 años: fechas de
nacimiento y fallecimiento, lugares de procedencia, profesión, entre otros
detalles que alumbran a quien quiera ver esta documentación que protege y
resguarda The Spanish Benevolent
Society.
Esta Institución
es como la historia de cada una de las personas que pasaron por aquí y, hasta
hace muy poco, un capítulo enterrado en el olvido de la ciudad de Nueva York.
La Spanish Benevolent Society no es únicamente la herencia de los españoles que
crearon “Little Spain” sino es la historia viva de Nueva York.
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