María Amparo Valero RuizSomos docentes, y como tales,
gozamos de la posibilidad de mostrar el camino a cientos y miles de alumnos y
alumnas sesión tras sesión, año tras año y curso tras curso. Una tarea que
conlleva una gran implicación y una gran responsabilidad, así como también una
gran satisfacción.
En años atrás, cuando estábamos
en el rol contrario, y en vez de docentes éramos alumnos, nos encontramos, en
esa trayectoria estudiantil, con una gran variedad de profesores y profesoras,
algunos de los cuales marcaron bastante en nuestra persona y otros pasaron más
desapercibidos.
A pesar de la incidencia que hayan podido tener en nuestro aprendizaje
está claro que todos dejaron alguna huella en nosotros. Han colaborado en ese
“enseñar a aprender”. Recuerdo aquellos profesores que llegaban al aula y
explicaban, y hablaban, y escribían en la pizarra y, conocían la materia como
nadie pero no lograban transmitir nada, desconectábamos de la clase porque no
encontrábamos el hilo conductor, motivador que nos llevara a seguirle.
Por el
contrario, recuerdo otros profesores que lograban desde el momento que entraban
por la puerta captar tu atención y, mantener esa motivación durante todas las
sesiones.
Encontrarnos con docentes
implicados y concienciados de su labor que logren mantener al alumnado motivado
a lo largo de todas sus clases, que despierte el interés, la curiosidad y el
entusiasmo por aprender más, debería ser uno de los objetivos primordiales en
la formación de un docente.
Ser un verdadero guía en ese camino desde la
sombra, haciendo descubrir al propio alumno/a cuáles son sus intereses y sus
virtudes y reconducirlo hacia aquello que le aporta, que despierta su
curiosidad es el objetivo que como docentes hemos de proponernos en nuestras
aulas.
Lo importante está en encontrar la manera de conectar con cada uno de
nuestros alumnos de la forma que ellos necesitan porque igual que cada uno aprendemos
de manera diferente, cada uno conectamos con los demás de manera diferente.
Nuestros alumnos y alumnas deben tener la seguridad de que estamos ahí para
ayudarles a aprender, para ayudarles a descubrirse a través de errores, para
ayudarles a conocerse mejor pero en esta tarea la función del entorno familiar
en colaboración con el entorno educativo es fundamental.
En definitiva, nosotros como
estudiantes que fuimos, ya tenemos una experiencia previa de aquello que nos
gustó o no, de aquello que nos marcó o no o aquello que nos permitió aprender
mejor o no, que unido a nuestro constante aprendizaje y actualización nos puede
permitir acercarnos algo más a nuestro alumnado, a sus diferentes formas de
aprender e intentar ser uno de esos docentes que marcan en su formación y, por
ende, en sus vidas. Ser ese guía en su camino.
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