La
Plataforma Carles Pinazo, con todas las organizaciones y
personas que
la forman, celebramos la presentación en trámite por las Corts
Valencianes de la proposición no de ley para la abolición de
la
“Ley 6/2015, de 2 de abril, de la Generalitat, de
reconocimiento,
promoción y protección de las señas del pueblo valenciano”.
Por
supuesto, manifestamos nuestro apoyo a esta iniciativa.
Celebramos
la coherencia de las fuerzas políticas que firman la
proposición en
cumplimiento de sus compromisos, adquiridos mientras el PP
sacaba los
últimos provechos de la mayoría absoluta que ha perdido.
Celebramos
que esta coherencia sea plena, sin que el abuso de una mayoría
absoluta deje ningún rédito.
La Plataforma Carles Pinazo realizó una
campaña frente al
expediente para la declaración del linchamiento de los bous al
carrer como BIC y el impulso a las cátedras taurinas de 2012,
que
acabó con el ridículo procedimiento llevado a cabo para
bloquear la
firma de un informe contrario al si del Consell Valenciano de
Cultura. La Universitat de València y la Real Academia de
Bellas
artes de Sant Carles sí que lo firmaron, y el expediente tuvo
que
ser archivado. El 2015, nada más cumplirse el plazo
establecido por
la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano y apresurados por el
fin de
la legislatura, el PP volvió a la carga por la vía rápida,
martilleando las leyes vigentes.
Recordamos,
también, que esta ley de señas imponía como identidad
valenciana
una práctica que es extraña para la mayoría del territorio y
de su
población, que es frontalmente rechazada por muchísimas
ciudadanas
y ciudadanos por implicar un uso y un abuso de los animales,
con
muchos costes en vidas humanas y animales y con unas
inversiones de
recursos públicos inadmisibles, permanentemente camufladas o
directamente ocultadas por la mayoría de las administraciones
públicas a pesar de sus obligaciones de transparencia en la
gestión.
Y
destacamos especialmente que la ley, vigente mientras no sea
abolida,
implica la vulneración de derechos fundamentales, estipulando
formas
de discriminación por razón de opinión y de ejercicio de la
libertad de expresión, así como de represalia por los mismos
motivos. La ley de señas amenaza las personas y organizaciones
animalistas que luchan por los derechos de los animales de ser
excluidas del acceso a ayudas públicas por el desarrollo de
cualquier de sus actividades y posibilita la retirada de las
que ya
estén concedidas.
Por
lo tanto, la abolición de esta ley será un acto de restitución
de
los derechos de la ciudadanía que nos reafirma en nuestro
trabajo en
defensa del reconocimiento de los derechos de los animales a
la vida,
a la libertad y a la integridad, a no sufrir ninguna tortura
ni
linchamiento público que sólo se justifica en los intereses
económicos de una minoría.
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