Alcalde de Xirivella, Michel Montaner. EPDALas comparaciones son odiosas pero casi siempre esclarecedoras. Y como la capacidad de olvido es cosa tan común como interesada, aprovecho este artículo para apuntalar la memoria colectiva buscando incómodos paralelismos. En 2000, el president Eduardo Zaplana celebraba su quinto año en Palau embriagado por el elixir de la mayoría absoluta. Atrás había quedado el ‘pacto del pollo’, que le sometía a las ocurrencias identitarias de Unió Valenciana. En aquel año Zaplana ya era libre para aplicar su mayor obsesión programática: el dinero.
Si atendemos a los informes policiales y de la Fiscalía Anticorrupción, el Molt Honorable Zaplana liquidó el siglo XX entre irregularidades administrativas y operaciones de maquillaje político. Con la misma facilidad con la que, supuestamente, adjudicaba entre amigos lotes de estaciones de ITV y parques eólicos, creaba una redacción paralela en Canal 9 para su mayor gloria personal o contrataba los servicios de un tal Julio Iglesias como paladín consorte. Lo hizo todo tan bien que acabó de ministro, ensoñando alcanzar la mismísima Moncloa.
En su quinto año al frente de la Generalitat, el Govern del Botànic no desprende, ni de lejos, aquel empalagoso glamour cuyas maneras nos condujeron a la ruina. Pese al desastre financiero heredado, en este nuevo tiempo se ha priorizado la justicia social, el dinamismo económico y la pulcritud en la gestión de los recursos públicos. Y, misión no menos importante, se han conjurado todas las profecías de la oposición: ni existe sombra de pancatalanismo ni sumisión a tendencias bolivarianas. Créanme, no existen ni siquiera en las retorcidas mentes de quienes reiteran tales majaderías.
Hubo un tiempo en nuestra tierra en que las políticas mayestáticas y farsantes llenaban estadios de fútbol. Afortunadamente, hoy las mayorías pivotan en torno a otros valores. Blindar la calidad de la educación y la sanidad públicas, multiplicar las partidas sociales, fomentar la movilidad sostenible, incrementar las becas, revitalizar la cultura o eliminar peajes son pequeños detalles que hacen grande a una sociedad. La derecha necesita de falseos y manipulaciones para acceder al poder y permanecer en él. La izquierda necesita, principalmente, ponerse de acuerdo.
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