Rafa Escrig. EPDACreo que con estas cosas del género hace ya tiempo que se llegó al ridículo y ahora se intenta rebasarlo. La cosa comenzó con la idea de reconocer la igualdad de los dos sexos en el ámbito social y laboral, algo tan digno y
necesario como eso. Pero poco a poco se ha llegado al ridículo de pretender cambiar las reglas del lenguaje, confundiendo el género gramatical con el sexo o lo que es más grotesco crear un género neutro entre personas, proponiendo el “todes” y el “les”. ¿Hay algo más rebuscado y absurdo que esto?
Pero estos dos casos son sólo la punta del iceberg de este invento del lenguaje inclusivo. Ahora se está creando la figura del “Agente de Igualdad” dicen que esa va a ser una profesión emergente en todos los medios. Éstos agentes serán los nuevos correctores del lenguaje que mirarán con lupa los discursos, los libros, la música, los periódicos o los programas de televisión. Serán como los censores de antes, aquellos censores tan denostados y despreciados del
franquismo que ahora quieren resucitar, o como la policía de Stalin, buscando quien es el que cumple o no el protocolo marcado, por algo se empieza.
La historia se repite, como se repiten las dictaduras, y se empieza así precisamente: obligando a usar un lenguaje forzado, por ejemplo. Dichos agentes de la igualdad, nos enseñarán a decir el término correcto sin faltar a las normas de la igualdad recién impuestas. A partir de ahora primará más hablar según el catecismo igualitario, que hacerlo con las básicas normas de educación y corrección. Tendrá más valor decir “los ciudadanos y las ciudadanas” que cederle el asiento a una señora en el autobús. Tendrá más importancia poner una figurita con faldas en el semáforo, que frenar para dejar pasar a un señor con su perro. Es decir, tendrá más valor e importancia la hipocresía de nombrar a las cosas según las normas políticas, que hablar según las norma del lenguaje. Ya ha llegado el día en que has de decir las cosas con mucho cuidado, porque si te equivocas te miran mal, te señalan o te linchan, dependiendo del caso o de quién seas.
Ahora has de demostrar que eres más feminista que nadie y decir constantemente ellos y ellas, miembros y miembras o soldados y soldadas, tal y como le hemos visto decir en recientes intervenciones al muy amado y respetado líder. Una cosa es usar el lenguaje respetuoso y correctamente y la otra es hacer el ridículo y patinar constantemente, inventando palabras que hacen reír al más torpe. Ahí es donde estamos.
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