Jaime Navarro. EPDA En las paredes de mi ciudad...algo que creo recordar cantaba Nacha Guevara o ¿ Mercedes Sosa...? Tal vez las dos...lo cierto es que 40 años después de haber recuperado la libertad, política e individual, a cuenta de la pandemia nos estamos enfrentando de nuevo al fantasma del más vil y reaccionario autoritarismo.
Así incluso y por dos veces en 2021, el Pleno de nuestro más alto Tribunal de garantías constitucionales, ha establecido reiteradamente pues, que los dos estados de alarma fueron ambos esencialmente contrarios a nuestra Constitución. Lo que es de una gravedad máxima. Aunque nadie, por ahora, haya dimitido. Anormalidad ya tradicional en España.
Lo que corrobora de nuevo que nuestra dirigencia política vive por completo fuera y al margen de la realidad. Ya que después de todo ello, por ejemplo actualmente en toda Cataluña se ha vuelto a decretar un inútil toque de queda y unas gravisimas restricciones a la hostelería. También probadamente inútiles. Pero eso sí, ya acreditadamente muy perniciosas, social, laboral y económicamente. Y por supuesto nefastas para nuestra salud. Especialmente la psíquica o mental de tantos abnegados empresarios, trabajadores y autonomos. Todos ellos contribuyentes o paganos de la clase política que tanto los maltrata.
Mientras los déspotas dictadores acceden al Parlament y a sus oficinas de trabajo sin exhibir siquiera el Pasaporte o Cédula de buen ciudadano. Ni un miserable test de antígenos. Que sí se le exige a la despreciada plebe para simplemente ñtomarse un café o coger un avión. O para poder conservar su precario puesto de trabajo. Por lo que es de todo punto lógico que muchos ciudadanos anden con la mosca detrás de la oreja con esta injusta e inexplicada regresión en nuestro Estado de Derecho. Y no se fíen ni un pelo de estas supuestas autoridades.
Porque no existe evidencia científica alguna que avale tantos atropellos. Es más y como todo el mundo sabe, llevábamos muchos años ya antes de la pandemia dejando convivir a nuestros pequeños, quizás nuestros bienes más preciados, con toda clase de niños en guarderías y colegios sabiendo que pocos o muchos padres habían optado por no vacunar a sus hijos. Y estamos hablando de variadas vacunas y contra distintos virus. Y ningún progenitor ni ninguna autoridad pidió nunca, que se obligara a esos padres a vacunar a sus hijos.
Por lo que actualmente no tiene ninguna justificación que los miles de políticos que no presentan su Pasaporte de vacunados puedan acceder a los 17 parlamentos autonómicos, al Congreso, y al Senado, y a los miles de
Ayuntamientos y decenas de Diputaciones, sin mostrar ninguna credencial o salvoconducto de salud. Y sin embargo la plebe haya de mostrar este Certificado de Buena Conducta, tan similar al del franquismo, para poder trabajar, desayunar o viajar. O para entrar a mear en un bar, que en España, no se olvide, no hay prácticamente
otros retretes públicos.
Todo lo cual habrá de ser obviamente corregido, cómo bien decía Revilla por lo civil o lo militar, ya que la Autoridad se funda en el ejemplo y una dirigencia que no está obligada a exhibir sus intimidades médicas para trabajar, con lo cual pretende añadir un nuevo privilegio a los ya interminables de los que goza, no puede en modo alguno pretender que el pueblo soberano sea tratado de esta manera tan irracional, despótica y desigual. Al menos mientras seamos una Democracia digna de tal nombre.
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