Rafael Escrig. Si
nos detenemos a pensarlo, nos damos cuenta de que a lo largo de
toda nuestra vida no hemos hecho tantas cosas diferentes. En
realidad, y siendo generosos, no creo que lleguen a un
centenar. De todas ellas un 10 % son las necesarias para nuestra
subsistencia, otro 10% son obligadas y el 80% restante, absolutamente
prescindibles. No vayamos a enumerarlas porque resultaría muy
aburrido. Es suficiente con saber que desde que nos levantamos
hasta que nos acostamos, hacemos una serie de actos repetidos una y
otra vez. Muy raramente hacemos algo interesante, y mucho menos
algo extraordinario o trascendente. No me refiero a ir a la
Luna, o hacerte amigo del Dalai Lama, pero sí podría ser tirarte en
paracaídas o escalar el Mont Blanch, que tampoco es tan difícil.
De no ir por ese camino, dejamos de experimentar miles de cosas. Creo
que es absolutamente humano sentir curiosidad por lo que
nunca hemos hecho, ese innato instinto por la aventura. Pero ahora se
plantea una disyuntiva: ¿Es mejor hacer cosas nuevas con los
riesgos o las dificultades que ello implica o superarnos en las que
ya hacemos?
Yo
me planteo muchas veces esta cuestión y no me importa declarar
que he dejado de hacer miles de cosas en esta vida y mucho me temo
que, a estas alturas, ya no las vaya a realizar, pero tampoco es que
las eche de menos. Podemos vivir tranquilamente haciendo
esas cosas repetidas que comentábamos al principio sin que por
ello pase nada. Pero no les dejaré con la curiosidad de saber qué
cosas son esas que nunca hice:
Comer
langosta. Sacar dinero de un cajero automático. Fumar en pipa.
Comprarme un polo Fred Perry. Viajar al Caribe. Hacerme un
empaste en una muela. Subirme a la noria. Jugar al mus. Ir en
moto. Beber vodka. Pescar con caña. Hacer el muerto en el agua.
Comer sushi. Jugar al Bonoloto. Llevar un bolígrafo en el
bolsillo de la camisa. Bucear. Tener una cuenta en Twitter. Ir
de caza. Jugar en bolsa. Tomarme un cóctel. Hacer un trío.
Completar un cubo de Rubik. Firmar un cheque. Hacer un crucero. Fumar
porros. Usar calzoncillos boxer. Patinar en línea…
Todo
esto son cosas normales y, probablemente, la mayoría de
ustedes las han hecho. ¡Felicidades! Pero ya les digo, creo que es
mucho más importante que las pocas cosas que hacemos a lo largo
del día, esas cosas tan vulgares y corrientes, las intentemos
hacer mejor. Nos será mucho más productivo que, por ejemplo: fumar
en pipa, viajar al Caribe o hacer un trío. Créanme, la diversión
se acaba pronto.
http://rafaelescrigfayos.tk
Comparte la noticia
Categorías de la noticia