San Pascual Bailón./EPDAEn Vila-real, la memoria colectiva guarda un secreto que se transmite con voz baja y gesto solemne: la leyenda de los tres golpes de San Pascual Bailón. No se trata solo de un relato piadoso, sino de un misterio que, desde hace más de cuatro siglos, acompaña la devoción al santo franciscano nacido en Torrehermosa (Zaragoza) y fallecido en el convento del Rosario de Vila-real en 1592.
Se cuenta que, en el momento de su entierro, los fieles presenciaron un prodigio: durante la misa fúnebre, al elevarse la sagrada forma, los ojos del difunto se abrieron, como queriendo contemplar una vez más aquello que había marcado su vida entera, la adoración al Santísimo. Aquel gesto, sencillo y sobrecogedor, fue la primera señal de que Pascual Bailón no había cerrado del todo su vínculo con los vivos.
Con el tiempo, el rumor de unos discretos golpecitos en su sepulcro se convirtió en leyenda. Tres golpes, apenas perceptibles, pero que la tradición interpretó como mensajes desde el más allá: suaves, si eran anuncio de gracia concedida; firmes, si auguraban desgracia inminente. Numerosos testimonios, recogidos por clérigos y cronistas, dieron forma a una tradición que sobrevivió a las dudas de los escépticos y a las pruebas más insólitas.
La historia registra episodios donde estos golpes parecieron adelantarse al destino. El 27 de mayo de 1912, resonaron de nuevo, y poco después la ciudad se estremeció con la tragedia del cine Luz: un incendio voraz arrebató la vida a 69 personas y dejó más de un centenar de heridos, enlutando para siempre a Vila-real. Dos décadas más tarde, en 1936, los tres golpes volvieron a escucharse, presagio oscuro de la Guerra Civil y de la destrucción del antiguo sepulcro del santo.
Incluso en tiempos recientes, el misterio no ha callado. El 6 de noviembre de 1994, durante una misa vespertina, tres golpes se dejaron oír de forma simultánea en distintos lugares del convento. Semanas después, fallecía en Vila-real el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, figura clave de la Iglesia española del siglo XX.
Hoy, los tres golpes de San Pascual Bailón continúan siendo un enigma insondable. Unos los atribuyen a la sugestión; otros, a la voz de un santo que nunca ha dejado de acompañar a su pueblo. Lo cierto es que, en cada recuerdo, Vila-real se estremece ante su silencio profético.
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