Rafa Tomás. Nos estamos acercando al día 8
de marzo y ya empezarán las televisiones, las radios, los periódicos y las
revistas a darnos la vara con la celebración del Día de la Mujer. Y con eso
parece que todo el mundo estará orgulloso y tranquilo por lo bien que viven
las mujeres y lo que hemos hecho para que eso sea así. Pero yo creo que estaría
mucho mejor ser realmente crítico con la situación de la mujer en este mundo e
incluso en nuestro entorno. Estaría mucho mejor conocer realmente cómo viven
aun las mujeres en muchísimos sitios. Venimos de un mundo brutalmente machista.
Eso de la igualdad muchas veces es un excelente propósito para quedar bien,
pero los ritmos de la vida de cada día siguen marcándola los hombres bajo
cualquier excusa, cultural, religiosa o la que sea.
¡Queda tanto para conseguir
la igualdad! O no pueden conducir o no pueden vestirse como quieran o su vida
sexual está aniquilada o su clítoris ha de ser eliminado o no pueden ir a
escuelas ni estudiar ni aprender o han de ser madres y amas de casa. En
nuestro maravilloso mundo moderno y avanzado se conoce perfectamente la gravísima
discriminación laboral existente con unas inexplicables diferencias salariales
por el mismo trabajo entre hombres y mujeres. Se sabe muy bien la dificultad
real para compaginar de verdad la vida laboral y la vida personal y familiar.
Se conoce el interés del sistema en fomentar a la mujer como hermoso ramo de
flores y la obsesión global por el vestido, por el cuerpo que se muestra, por
el acicalamiento en peluquerías y la obsesión por el aspecto exterior, en vez
de fomentar la cultura y la formación.
Por eso creo que ante este 8 de
marzo hemos de plantearnos, hombres y mujeres, la lucha real por la igualdad.
Desde la más elemental infancia, sin juegos para niños y juegos para niñas, sin
colores para niños y colores para niñas, sin actividades masculinas o actividades
femeninas. Somos iguales en todo. Y hemos de conseguir que la mujer pueda
entrar realmente en la alta dirección del sistema empresarial, porque tiene
una grandísima preparación, y pueda asumir con naturalidad la dirección de las
fuerzas políticas y no tenga que estar en segundo plano, detrás de inmensos
colectivos de hombres maravillosamente inútiles. Y hemos de trabajar contra los
hipócritas límites religiosos a su vida, ni del cristianismo ni del mundo
musulmán ni del judaísmo. Las mujeres son dueñas de su cuerpo, como los
hombres, y las limitaciones son una prueba palpable del machismo dominante y
el primer acercamiento a la violencia de género tan extendida en todo el
universo. ¡Mujeres! !Tenéis que luchar cada día y en muchos aspectos! ¡Muchos
de nosotros lucharemos con vosotras!
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