Manolo Carbó. //FOTO EPDAManolo Carbó nació en 1923 y el 3 de abril de 1979 hizo historia, al ser elegido el primer alcalde de la democracia de Sagunto. A sus 88 años conserva una memoria privilegiada, gracias a la cual permitirá acercanos a la realidad municipal del primer Ayuntamiento democrático, con una mayoría aplastante de la izquierda, con 19 de los 25 concejales (11 el PSPV, 8 el Partido Comunista y 6 UCD).
Sin embargo, el primer Ayuntamiento ‘‘fue un gobierno de todos’’, puesto que, pese a que había un pacto preelectoral entre socialistas y comunistas para gobernar juntos, dejando la alcaldía al más votado, UCD fue invitada a participar asumiendo delegaciones menores.
Era un periodo ilusionante, donde las diferencias ideológicas estaban en un segundo lugar, ‘‘porque tiramos del carro y fueron cuatro años de gran estabilidad’’. Muchas ganas, pero poco dinero, porque el primer presupuesto del Consistorio no llega a los 300 millones de pesetas.
‘‘Todo el mundo se volcó porque era novedoso, pero estábamos atosigados, porque no había apenas de nada. Se tuvieron que comprar motos y coches para la Policía Local y se hicieron muchas obras: se hizo la ciudad deportiva, junto al Carrefour, se pavimentó la avenida Camp de Morvedre desde el instituto de FP hasta la playa, pues aquello era un camino con gran polvareda; se hizo una parte importante de las 50 calles pendientes de asfaltar, principalmente en el Puerto’’, recuerda Carbó, mientras repasa el primer programa electoral socialista.
El paso de unos 200 camiones al día por dentro del municipio generaba muchas molestias y quejas de los vecinos, por lo que el Ayuntamiento tuvo que negociar con Altos Hornos para que permitiese el acceso usando sus carreteras cobran un canon. ‘‘Toda la avenida protestaba y me acuerdo que me llamaban de madrugada a mi casa y acercaban el teléfono a las ventanas para que oyese el ruido infernal de los camiones’’, explica.
En una ciudad que por aquel entonces tenía los 30.000 habitantes, estaba casi todo por hacer y el paro era, como tres décadas más tarde, el problema más grave. La primera legislatura de la democracia fue la de la redacción del Plan General de Ordenación Urbana, la inauguración de la Mini Fe, la limpieza de la charca de la desembocadura del río Palancia y la puesta en marcha de la depuradora de aguas fecales o el estreno del festival Sagunt a Escena. ‘‘Se hicieron multitud de actos públicos en el teatro, además del festival, como las presentaciones falleras’’, manifiesta. ¿Y qué opina de lo que hizo después el presidente de la Generalitat y amigo, Joan Lerma, siendo Ciprià Císcar conseller de Cultura? ‘‘Se tenía que hacer. Había que reparar el gradería. A pesar de ser una reforma muy discutida, se ha mantenido. Y sólo se ha opuesto Marco Molines, quien presentó las demandas’’.
También en esos 4 años se firmó el protocolo de hermanamiento con Cécina en una legislatura en la que los plenos se abrieron al público, haciendo a los vecinos partícipes de las decisiones que allí se tomaban. ‘‘Entonces se suspendían los plenos cinco minutos para que interviniera la gente, antes de proceder a la votación’’, narra Carbó.
Si mal está ahora el Ayuntamiento, tampoco iba muy sobrado de fondos el primer Consistorio de la democracia. No en vano, Carbó recuerda como anécdota la deuda que mantenía la institución con Hidroeléctrica, por importe de 10 millones de pesetas, lo que supuso el corte del suministro eléctrico. El caos motivó una rápida intervención del alcalde y el interventor, que tuvieron que negociar un programa de pagos con la compañía para recuperar el servicio.
‘‘Nos tocó ir a hablar con el director de la Caja de Ahorros de Valencia para que nos prestaran el dinero para pagar las nóminas de los funcionarios y hacer frente a otros pagos comprometidos’’. Ayer, como hoy.
Legislatura agotadora
El primer alcalde de la democracia de Sagunto cumplió con su palabra de terminar la legislatura, que fue agotadora. El socialismo saguntino de entonces tenía el éxito en su ADN. Así, en 1983 José García Felipe fue el candidato socialista y sacó 11 concejales, aunque dimitió a los 10 meses cuando el Ayuntamiento aprobó la reconversión industrial y él votó en contra.
En paralelo, la comisión permanente propuso a Manuel Girona como diputado provincial y fue así como éste llegó a ser presidente de la Diputación con un jovencísimo Joan Lerma como secretario general del PSPV.
La amistad con éste y el respeto mutuo hizo que la Generalitat, a propuesta de Joan Lerma, ya como presidente, llevara a Carbó al Senado el 1 de agosto de 1983 durante tres legislaturas, donde, entre otras cuestiones, fue ponente de la Ley del Metro Cúbico de Sagunto, la Ley del Suelo y la Ley de las Islas Columbretes. La vida en Madrid, pese a los continuos viajes, no tenía nada que ver con el cargo de alcalde. En el Senado se sequía otro ritmo, más pausado, mientras que en la alcaldía ‘‘no había horas de trabajo, que se prolongaba hasta altas horas de la madrugada’’.
Pero el recuerdo más vívido es el del frustrado y chusco Golpe de Estado, aquel 23 de febrero de 1981. ‘‘Salía de trabajar de Altos Hornos a las 17.30 horas y me fui al campo de mis suegros. Me llamó mi hijo Manolo advirtiéndome que se había producido un golpe de Estado. ‘‘Anda ya, no digas tontadas’’, le respondí yo y a continuación me contó lo del motín en el Congreso de los Diputados. No tenía más noticias porque no me hice con el comisario de la Policía Nacional. No conseguí hablar con nadie y me fui a casa. Allí estuve vestido hasta que habló el Rey por televisión, porque temía que vinieran a buscarme temiendo lo peor si triunfaba el golpe. Pero tras su discurso, sería la 1,30 o 2 de la madrugada, me acosté’’.
Sagunto y España amanecieron al día siguiente en libertad.
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